José Luque Velasco - Desde mi rincón

La violinista de la Puerta del Puente

El caso de Klara Gomboc representa mejor que nada el estado de los ciudadanos, del que a lo mejor habría que debatir

José Luque Velasco
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No es frecuente que yo pasee por la Puerta del Puente en Córdoba. Las veces que lo he hecho, me ha llamado la atención el maravilloso sonido que sale de las manos de la joven violinista Klara Gomboc. Me consta que su música está unida a ese sitio tan señalado de nuestra Córdoba. Ningún lugar más adecuado para deleitar a quienes por allí pasean. Mezquita-Catedral, Puente Romano, Ribera y Guadalquivir como escenario. ¿Hay quien dé más? Si a eso unimos la falta de vecinos que pudieran sentirse molestos por la monotonía de una determinada música, por más que esta sea maravillosa, mejor que mejor. Lo único que hay que hacer es no moverlo de sitio. Dejarlo tal y como está.

¿No es verdad que parece sensato lo que estoy diciendo? ¿No es menos cierto que semejante marco no se merece otra cosa que una música que parece salir de las manos de los ángeles? Pues tal vez por eso, porque Klara toca como los ángeles, las cosas en Córdoba no pueden permanecer de esa manera. Aquí, para algunos, los ángeles no tienen influencia ni predicamento. A lo sumo, un Arcángel, San Rafael, es el único al que muchos estamos dispuestos a defender cuando el poder pretende desterrarlo al almacén de los trastos. Por eso las cosas suceden en Córdoba de esta manera.

¡Por nuestra quietud!, Klara, su violín y su maravillosa música se marchan de Córdoba para emigrar a otra ciudad que la acoja y la respete. Puede que algún día nos arrepintamos de este desplante. Porque los buenos profesionales de la música, como cualquier profesional que se precie, no admite que el poder, ni nadie, le ponga bocado y serreta a su libertad. Alguien dirá que Córdoba no se hunde por su marcha. Tal vez lleve alguna razón los que así piensan. Pero como dice la canción, algo se pierde en el alma de Córdoba, cuando Klara se nos va.

Ayer se celebró en el Ayuntamiento de Córdoba el debate sobre el Estado de la Ciudad. No hubiera sido mal momento para haber hablado de lo anteriormente dicho y de otras muchas cosas. Algunos estamos cansados de ver cómo a nuestros políticos se les llena la boca hablando de «las personas», cuando no son capaces de escucharlas, menos aún de percibir sus sentimientos. Ellos actúan y hacen sus leyes, sus normas y sus ordenanzas, pensando en sus intereses, en su carrera política y, de manera muy especial, en el dinero que necesitan para mantener su sistema ¡Sí! ¡Su sistema! Porque no hay que ser «anti-nada» para ver la distancia que se está abriendo entre ciudadanos y poder político. Por ello les pediría, en la seguridad de que para nada va a servir mi petición, que no debatan más sólo sobre el estado de la ciudad. Que se paren un poco en reflexionar sobre el estado de los ciudadanos. En ese momento sería bueno poder oír en el salón de plenos la música de la violinista de la Puerta del Puente.

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