EL NORTE DEL SUR

Ese vicio insensato

El periodista Toni Cruz traza un relato sentimental de la selección en su libro «España como excusa»

Toni Cruz, con su libro «España como excusa» en primer plano VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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«Nadie sabe de fútbol, todo el mundo sabe de fútbol ». Lo escribe el periodista de Cope Córdoba y columnista de ABC Toni Cruz en las páginas iniciales de su libro «España como excusa» ( Punto Rojo ) y en el que traza lo que él denomina un «breve y personal recorrido por algunos de los episodios más importantes de la historia de la selección ». Con cien paginitas casi justas que saben a poco porque dejan con ganas de más, Cruz consigue que disfrute hasta el lector menos apasionado con el balompié, porque en realidad «la España pelotera», por usar sus palabras, es un mero pretexto para contar lo que sucede alrededor de los partidos o de las competiciones que han marcado el devenir, desde su origen, del equipo que mañana se enfrenta a la anfitriona del Mundial de Rusia en octavos de final.

A lo largo de diez capítulos que narran otros tantos episodios nacionales del planeta fútbol, por la pluma ilustrada, leída e inquieta de este periodista cordobés desfilan deportistas, escritores, reporteros y cineastas a los que el autor recurre para construir un memorable relato sentimental de goles, victorias y derrotas: Zarra , Pasolini, Del Bosque, Santiago Segurola, José Emilio Santamaría, Matías Prats, Vázquez Montalbán , Vila-Matas, Camacho, Melendi, Richard Ford, Hobbes, Manolo el del bombo, Clemente , John Carlin, Buñuel, Cánovas, Burroughs y Luis García Montero con sus versos «las verdades del área / con sus rayas de fría matemática / son ardientes amores de ficción / en manos de un penalti». Pero lo fundamental de este librito presentado esta semana en La República de las Letras son los recuerdos y las vivencias de quien de lo firma. «Mi disco duro futbolero arranca el 21 de diciembre de 1983, con el España-Malta », explica el autor en un momento de su texto en el que cita a Proust, que en vez de a magdalenas a él le huele a detergente, en concreto a los restos que había en los juguetes almacenados en un tambor de Colón que dejó a un lado esa tarde épica en la que José Ángel de la Casa vivió desde el Benito Villamarín, el estadio del gran Betis, los momentos que con el tiempo le confesó a Cruz que fueron los «más emocionantes de su vida».

Con un tío abuelo que se apellidaba Zamora y al que por eso le tocaba siempre hacer de portero en las pachangas con los amigos, Toni habla también de él. «En la vida hay un tiempo para creer y otro para querer. Y hay épocas, mágicas por escasas, en las que ambos verbos coinciden. En 2006 ya sabía lo que quería ser, que pasaba por no ser lo que era. Andaba encadenando contratos precarios y pagas de becario como periodista mientras hacía méritos como pasante por si acaso tenía que recurrir a un plan B », relata en el arranque del capítulo dedicado al Mundial de Alemania de 2006, al que se asistió en compañía de una teutona a la que acababa de conocer. «Felicidades. Por la rubia», le respondió su padre a un mensaje de móvil cuando le informó con un autorretrato en el estadio de Stuttgart del 3-1 ante Túnez. Más difícil de contar que un amor efímero es el éxtasis de un balón glorioso que se hunde en la red. «Jamás hay ni habrá periodista que pueda transcribir la emoción pura de un gol», concluye el cronista al referirse al célebre de Iniesta en el tramo final del libro, en el que define el fútbol como «un vicio insensato» al que él dedica su vida.

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