Libre directo
Vicente del Bosque, décimo aniversario
El campeonato mundial fue posible porque este hombre discreto eligió a los mejores
Ayer se cumplieron diez años de que España ganase la Copa del Mundo de Fútbol por primera, y hasta ahora última, vez, al imponerse a Holanda en Suráfrica por 1-0. Entrenaba aquella selección Vicente del Bosque . Lo vi jugar en directo en el viejo Arcángel cuando, en los comienzos de su brillante carrera, militó una temporada en el Córdoba CF y luego he tenido la suerte de charlar con él las últimas veces que ha visitado estas tierras: en 2013 al ser nombrado embajador del aceite de oliva en Baena, en 2014 para presentar el libro conmemorativo de los setenta años del Córdoba CF y en 2016 inaugurando el campo de césped del Colegio Ahlzahir. Sin duda es una persona sencilla, ejemplar y cargada de valores, al que el éxito no cambió nada.
Por eso merece tenerle más que presente en los recuerdos de este décimo aniversario . Él eligió a los mejores jugadores, supo crear un buen ambiente, los dirigió con acierto y gracias a él, un andaluz (Navas) inició la jugada, un catalán (Fàbregas) dio la asistencia y un manchego (Iniesta) marcó el gol decisivo. Previamente, un madrileño (Casillas) había permitido a España llegar con vida a las postrimerías del partido evitando un gol rival cantado. Aquel año 2010, la selección de fútbol fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias a los Deportes. En la ceremonia de entrega, el seleccionador, Vicente del Bosque, pronunció un magnífico discurso, lleno de sentido: «La selección que hoy recibe el Premio Príncipe de Asturias es depositaria de unos valores que van más allá de los éxitos puntuales y de su materialidad, y es, también, legítima heredera de una tradición que nos honra. Esos valores tienen carácter imperecedero y perfil determinante. Son el esfuerzo, el sacrificio, el talento, la disciplina, la solidaridad y la modestia. Los jugadores que han obtenido el Mundial han sido leales a dichos principios y a los de la deportividad y el honor. Defendiéndolos alcanzaron la victoria final. De otro modo no habría sido posible».
Y así, de repente, gracias al fútbol («La cosa más importante de las cosas menos importantes», Valdano dixit), gracias a los éxitos de nuestra selección, otrora insospechados, España comenzó a recordar que los valores seguros para alcanzar el premio final no son el enchufismo, el apuñalar por la espalda y trepar, el pelotazo y la picaresca, sino el esfuerzo, el honor, el talento, disciplina y modestia.
Esas son las profundas convicciones que Vicente del Bosque tiene en su vitrina interior, Pero hay más. En una de las muchas entrevistas que le han hecho, el periodista Pedro Simón abordó así el tema de Álvaro, su hijo con síndrome de Down: «¿Álvaro empezó siendo una pregunta y acabó siendo una respuesta?». Y el seleccionador campeón del mundo respondió. «Sí. En los 23 años que tiene Álvaro nos hemos hecho tres preguntas. La primera pregunta fue que por qué nos había tocado a nosotros un hijo con síndrome de Down . La segunda, que por qué no nos iba a tocar, si al fin y al cabo le podíamos dar todo. La tercera, la de hoy, ¿qué haríamos nosotros sin Álvaro? El mundo de la discapacidad es un mundo con problemas, y en esta época de recortes más todavía… Pero, a veces, conviene perder. Si sólo ganas, te acabas creyendo lo que no eres… En la derrota y en la victoria lo que hay que tener es un buen comportamiento. Es lo que decía Kipling, ¿no? Aquello de que sólo si tratamos de igual manera a la derrota y al triunfo se logra ser un hombre… Hay que relativizar las derrotas y las victorias. Porque es verdad que, ganando, cumples con tu responsabilidad, pero también cumples con tu responsabilidad, aunque pierdas ¿verdad?». Luminoso, Vicente del Bosque.
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