Un camarero de La Montillana prepara la refrescante bebida
Un camarero de La Montillana prepara la refrescante bebida - VALERIO MERINO
HISTORIA

Vargas, dos teorías y una receta

En Córdoba no se conoce como tinto de verano, aunque la cuestión es por qué

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
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Pida un vargas en un bar y posiblemente le preguntarán: ¿con limón o gaseosa? Llegará a su mesa en vaso ancho o de tubo, seguramente acompañado de una rodajita de limón, mucho hielo e incluso con un chorrito de vermut. Esta bebida tan popularizada dista mucho del producto original que salió de la conocida venta de Vargas, situada entoces carretera de arena de El Brillante en los años veinte, como Francisco Muñoz, autor del blog «Notas cordobesas». El apellido del regente, don Federico Vargas, o eso dice una de las teorías, fue quien bautizó la mezcla hecha de vino tinto y gaseosa.

Vargas era el propietario del mencionado establecimiento, un lugar muy característico donde se reunía la sociedad de la época cordobesa de los años veinte.

Allí, además de los artistas, acudían personas de alto nivel adquisitivo a disfrutar de espectáculos de cante y baile, algo propio de las ventas, «hasta que el cuerpo dijera basta», explica Manuel Cobos, gran conocedor de la gastronomía cordobesa y autor del libro «Historia de la hostelería de Córdoba», publicado en el año 2009 por la editorial Almuzara. En esta venta, Federico Vargas preparaba tinto mezclado con gaseosa para rebajarlo. Una receta sencilla que hacía «para no beber mucho, porque tenía que atender a los clientes durante muchas horas».

La única característica de su brebaje era la calidad del vino,Valdepeñas, muy vendido en Córdoba en esa época, según Cobos; y el uso de nieve en lugar de hielo. El buen sabor que surgía de esta mezcla de ingredientes, unido a al éxito del que gozaba el local hizo que poco a poco se fuera extendiendo por la ciudad. Aunque hay varias teorías sobre el origen de esta bebida, Manuel Cobos está convencido de que ésta es la verdadera historia. La otra teoría sería la unión de dos palabras: Valdepeñas y Gaseosa, que habría dado como resultado valgas y, con el tiempo se habría transformado en su nombre actual: vargas. Pese a que son dos historias que llevan escuchándose mucho tiempo, hay quien da por válida una u otra.

Aunque cada añadido parece mejorar el sabor original, hay un aspecto que no se cuida demasiado y es la calidad del vino: «Le echan un vino infame a todos los vargas, no te echan un vino de Rioja, por ejemplo», critica Cobos. Ni Rioja ni Valdepeñas, pero igual de refrescante y con un origen todavía incierto.

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