Fachada del Palacio Episcopal del Obispado de Córdoba
Fachada del Palacio Episcopal del Obispado de Córdoba - VALERIO MERINO
PALACIO EPISCOPAL

Urbanismo intenta tumbar el traslado de las taquillas de la Mezquita de Córdoba al Palacio Episcopal

Pone serios reparos al proyecto del centro de interpretación del monumento, autorizado por la Junta

CORDOBA Actualizado: Guardar
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La Gerencia Municipal de Urbanismo, en manos de Izquierda Unida, ha decidido reabrir la guerra de las taquillas de la Mezquita-Catedral pese a la existencia de un acuerdo -en el que participaron técnicos del Ayuntamiento de Córdoba- y a que la medida tenía el visto bueno y los parabienes de la institución responsable del patrimonio histórico, la Consejería de Cultura. Lo ha hecho mediante un informe que pone severos reparos al plan del Obispado de Córdoba para realizar obras en torno al patio de carruajes del Palacio Episcopal con el objetivo de establecer una nueva zona de servicios para los visitantes de la Mezquita, un centro de interpretación para conocer el monumento e instalaciones anexas como aseos, una pequeña tienda y una cafetería.

El informe, sin firma, lo ha realizado el Servicio de Licencias pero en Urbanismo se sabe que procede de una orden política como corresponde a un documento que hace caso omiso a los responsables del patrimonio histórico. Ayer mismo, el equipo de Urbanismo reconoció en el consejo rector que se había tomado la determinación de reconsiderar los términos del acuerdo expresado hasta el momento. La Consejería de Cultura había pedido expresamente el traslado de las taquillas de la Mezquita. El Obispado abordó esta cuestión mediante un proyecto que pretende mejorar los servicios que se prestan a los visitantes.

La plataforma que reclama la propiedad pública y algunos partidos denunciaron que ese traslado al Palacio Diocesano solamente era una forma de controlar el mensaje católico sobre el monumento. Cultura optó por una solución salomónica: autorizar la propuesta del Cabildo de vender entradas tanto en el Patio de los Naranjos (buscando una mejor solución) como en las nuevas instalaciones del centro de recepción de los turistas teniendo en cuenta que internet va a reducir el uso de las instalaciones presenciales de venta.

Urbanismo valora esa determinación de forma claramente negativa. De hecho, traspasa la frontera de su papel como responsable del control de las obras para adjudicarse la situación de garante del patrimonio. «Se introducen nuevos usos como los espacios expositivos del conjunto monumental de la Mezquita-Catedral y las taquillas para venta de entradas que en el documento de innovación no estaban previstos», afirma el dictamen de la Gerencia. «Esta nueva funcionalidad conlleva un cambio sustancial en los usos de este edificio (la zona sur del Palacio Episcopal) no evaluado suficientemente en el anteproyecto», asegura.

Cualquier cambio es sustancial

Igualmente, el dictamen de Urbanismo -sobre un anteproyecto- asegura que la propuesta de cambio de localización de las taquillas para el acceso a a la Mezquita-Catedral «con la consecuente eliminación de las mismas del recinto de ésta supone una modificación sustancial del monumento que es Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidad». Culmina: «esta decisión se adopta sin analizar la incidencia que esto pueda suponer, actuación que podría estar interfiriendo en las previsiones del plan director y otros instrumentos de ordenación y gestión». Una tesis similar -que cualquier cambio en la Mezquita es sustancial- fue la que derivó en la polémica de la segunda puerta.

Una de las cuestiones autorizadas por Cultura es la creación de un nuevo cuerpo acristalado y adosado al fondo del patio de carruajes. En planta baja, ese nuevo edificio (que se podría cerrar con una celosía) serviría para integrar los restos arqueológicos hallados en la zona, de enorme valor (allí estuvo el Alcázar califal, la sede del poder de la época). La alta quedaría integrada en la nueva zona expositiva. La Consejería ha dado su visto bueno a todo esto pero Urbanismo, en ese informe posterior, considera que no queda acreditada la necesidad de llevar a cabo esta cuestión basándose en los usos expositivos. La Comisión de Patrimonio, donde Urbanismo se encontraba presente, llegó a decir que el impacto del nuevo cuerpo era menor al estar dentro del patio y no tener una altura superior a las crujías. La Gerencia admite la planta baja (de hecho, pide que no se coloque celosía alguna) que proteja los restos arqueológicos pero no la alta, que es la que formaría parte de las nuevas instalaciones de atención al visitante.

Urbanismo también la emprende contra el uso del patio. Todo el anteproyecto recibió el visto bueno de Cultura. Desde la ubicación de las instalaciones, que quedarían ocultas por un seto, hasta las comunicaciones con el resto del edificio. La Gerencia entiende que el patio pierde valor por sí mismo para ser el espacio adyacente a lo que se pretende realizar en las crujías y en la nueva edificación. Asegura que, como elemento catalogado con personalidad propia, el patio de carruajes ha de estar libre de toda edificación, incluso de una rampa que se quiere colocar para facilitar el paso.

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