Puerta giratoria

Uniforme de colores

La Feria es un agujero negro de atuendos para llamar la atención

Un joven toma una foto del botellón Rafael Carmona
Natividad Gavira

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La uniformidad es un atributo reciente de la feria de mayo. Las despedidas de solteros tienen un influjo irresistible y el recinto actúa como agujero negro para que numerosos grupos opten por idéntica indumentaria. A la feria siempre se ha ido a observar el paisaje humano sin relojes, a participar de él con la sensación de actuar como lo hicieron tus mayores y como lo harán los que vengan después. Ahora también se acude para impresionar al respetable con atuendos inexplicables.

Hay que aguzar los sentidos para no confundirlos con la tribu urbana de casaderos, el jolgorio en el recinto es admisible, en cualquier calle del casco histórico, insufrible. Esa es la gran diferencia. Bandas cruzadas y diademas inclasificables para ellas cumplen el propósito de interpelar nuestros gustos estéticos y hay lemas impresos en sus camisetas que permitirían algún improperio. He visto a muchos cordobeses tensar el rostro al paso de estos grupos, ya no por su presencia invasiva sino por el ridículo ajeno que padecen al cruzarse con ellos. Y pensar que la solterita disfrazada de hada madrina mañana transmitirá a sus hijos aquella gesta gloriosa de sobrevivir a un día de frenesí sin ruborizarse, mientras recuerda el selfie definitivo. La innovación tecnológica para el disfrute está en estos días a pleno rendimiento, porque no solo se trata de estar sino de retratarse y difundirnos como si de un testimonio imprescindible para la historia de la ciudad se tratara. Hasta retransmisiones en directo valen a fin de certificar nuestro nivel de euforia compartida y cómo en unas cuantas pulgadas somos protagonistas de la película de la alegría intensa y ¿perdurable?

En la feria de mayo están cada vez más extendidos los grupos de tres o más miembros portando idénticas camisetas como signo de pertenencia al grupo, dispuesto a la fiesta hasta la auto combustión. Desfilan con la seguridad de no saberse solos, amparados por el lema que decidieron en las tardes previas a mayo, cuando el cuerpo les apuntaba maneras para no desfallecer hasta junio, entre cata, cruces y patios. Son lemas que tienen un significado propio e intransferible, que carece de sentido para los demás, a pesar de que su elección está pensado para la sorpresa del feriante y, creerán, la adhesión al grupo, que lo pasa de maravilla.

Para la fiesta hay que tener actitud , pero en los tiempos actuales se ha desbancado el acicalamiento por la exhibición, para subrayar esta predisposición a la juerga más allá de la discreción, de la noche y del descanso. Las despedidas de soltero tienen con su propia exageración la ocasión de convertir ciertas convivencias vecinales en imposibles, por ocasionales y cortas en el tiempo que parezcan. En otra liga juegan los grupos de feriantes uniformados, tan en sintonía con el bullicio del El Arenal y tan previsibles en su capacidad de ensanchar la juerga hasta el final.

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