El dedo en el ojo

Todos de vacaciones

Comienza esa época del año en la que todo está de vacaciones. También se van los médicos del SAS y nadie viene a sustituirlos

Una piscina en Córdoba capital VALERIO MERINO
Mario Flores

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Pues ya está aquí el verano. Comienza esa época del año en la que todo está de vacaciones . Se van de vacaciones la dignidad, la mesura y la elegancia en el vestir. Y aparecen chanclas y bañadores en pleno asfalto, piercings y tatuajes que durante el invierno habían permanecido felizmente ocultos, elegantes bolsos en bandolera, espantosas camisetas de tirantes, barrigones prominentes exhibidos con orgullo cervecero, riñoneras fluorescentes, toallas y gorras de la Caja Rural, camisetas del Madrid o del Barcelona , libros de autoayuda bajo el brazo... ¡¡Que alguien pare esto, por Dios!!

En una especie de reedición de la «Antología del disparate» aplicada a los usos y costumbres veraniegos, asistimos a toda una colección de despropósitos que hacen del escenario urbano, piscinil y playero un entorno hostil para habitar. Sí, ya sé que, en sentido contrario, el verano trae bajo el brazo otras cosas buenas pero para glosar esas bondades ya están los poetas que, por cierto, los encontramos hoy por cientos de miles. Yo soy más de prosa cañera y por eso prefiero señalar todo aquello que me desagrada . Y siempre me quedaré corto, no crea.

Se trata de una cruzada particular que no va nunca a ningún lado porque siempre pierdo por goleada . Pero al menos me queda el desahogo.

Y me desahogaré diciendo que Canal Sur está al borde de perpetrar un «crimen contra la intelectualidad» . Con las vacaciones llega a su programación una serie estrella llamada «Elisa de Rivombrosa» , una producción italiana de 2003 de la que se dice que hasta sus creadores han pedido perdón a sus propias familias por haberla hecho. Y también la televisión pública andaluza apunta directamente a nuestras sienes para disparar con munición real a base de «Yo soy del sur peques» (¡¡Dios!!), «Vaya verano» (¿¡pero que os hemos hecho!?) y, por supuesto, las bombas de racimo de «La tarde aquí y ahora» (¡Juan y Medio, como te pille por la calle te vas a enterar!). Habré de escuchar a mis críticos cuando me digan «pues no lo veas», pero yo habré de contestarles «si no es por no verlo, es que esto nos cuesta una pasta a todos los andaluces, nos sume en el más atrasado folclorismo, perpetúa nuestro atraso cultural y nos hace sonrojarnos ante las naciones más avanzadas». No sé si serán buenos argumentos pero es como lo veo. O, mejor, como no lo veo, porque esa cadena sonrojante solo se cuela en mi casa en algún desliz propio del zapping.

Pero es que también se van de vacaciones los médicos y enfermeros del SAS y nadie viene a sustituirlos. La joya de la corona de Susana Díaz pierde brillo durante estos meses de verano a pesar de que el gobierno andaluz (ese que manda desde que yo era chico) se comprometa año tras año a sacarle lustre durante el estío.

Menos mal que siempre hay alguien que piensa en todo esto y nos ofrece soluciones brillantes para tanto dislate. Nuestra cordobesa Diputación ha puesto a nuestra disposición un recurso de urgencia a la par que absolutamente necesario: los rincones violetas de nuestras bibliotecas públicas . En esos lugares de elevado espíritu podrán nuestros hijos concienciarse en diversidad afectivo-sexual, igualdad, nuevos modelos de convivencia y todos esos dogmas de fe progres que pretenden hacer de nosotros lo que a ellos le venga en gana.

Si este verano les da un dolor mientras v e cantar en Canal Sur a un enano coplero, no vaya al médico, no estará. Apague la tele y diríjase a la biblioteca más próxima. Allí se podrá deleitar con el libro «Las princesas también se tiran pedos».

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