TRIBUNALES

Los testigos propuestos por Guadalquivir Futuro se lían con la naturaleza de las mordidas a sus nóminas

Varios trabajadores reconocen pagos voluntarios pero nunca decidieron la cuantía ni conocieron el destino

Cristian Menacho, arropado por los suyos durante una declaración en los juzgados VALERIO MERINO

RAFAEL RUIZ

Los testigos propuestos por la defensa del caso Guadalquivir Futuro , que instruye el juzgado de instrucción número ocho de Córdoba, tampoco han seguido una línea coherente en la descripción de los hechos de los que están siendo investigados los altos cargos de la entidad afín al PSOE y que era su «brazo social» en la zona del Barrio del Guadalquivir y del Sector Sur . En las actuaciones consta la presencia, al menos, de cuatro empleados que formaron forman parte de la entidad y que han declarado que todo estaba normal. En las declaraciones -ante la jueza instructora, el fiscal, el abogado de los denunciantes y la acusación popular que ejerce Podemos-, se pueden rastrear no pocas incongruencias.

La primera testigo era educadora de la organización gracias a la selección de personal que realizó la oficina del antiguo INEM. Asegura que donó dinero pero que lo hizo voluntariamente. Y que ello no ocurrió en un tono intimidante . Es decir, que fue un acto voluntario y que nunca entendió que una negativa hubiera significado la pérdida del empleo. La trabajadora pagó un treinta por ciento de la nómina voluntariamente, según sus palabras, a la organización. De los 1.560 euros que percibía netos, realizaba una donación de 483 euros al mes durante un semestre. La testigo reconoció, sin embargo, que pese a ser una donación ella nunca eligió la cantidad final sino que es la que le fijó el exsecretario general de las Juventudes y miembro de la lista del PSOE, Cristian Menacho . En ese momento dijo sí, porque su pareja tenía unos ingresos suficientes aunque, actualmente, no aportaría esa cantidad.

Otro dato que no acaba de concordar en la testigo es que el último pago de los donativos fue devuelto . Dejó de pagar la última cuota. El testimonio dice que el ambiente de trabajo era bueno aunque describe crudamente una situación de presión a una empleada que se negaba a pagar la cuota llamándola «retrasada mental». Tampoco cuadra la jornada laboral. Al juez le dijo que trabajó seis horas -frente a las ocho del contrato- y a la Inspección de Trabajo, ocho.

La segunda testigo de la defensa expuso su versión de la forma más coherente. Trabajó, cobró, nunca pagó y nadie le dijo nunca nada. Sencillamente, la situación familiar nunca le permitió poner un euro de su patrimonio en la fundación Guadalquivir Futuro. Se le propuso, dijo «no» y le pidieron que se lo pensara en adelante.

Jornadas laborales discrepantes

La tercera de las testigos, auxiliar, mantuvo que nunca donó durante el tiempo en el que estuvo contratada en la organización, de enero a junio del año pasado (durante la segunda edición del plan Emple@ ). El mayor problema de su declaración es que dice que trabajaba ocho horas (tal y como deberían los empleados del plan público) pero afirma que entraba a las diez de la mañana y salía a las cuatro de la tarde. Existe una discrepancia porque entre la hora de entrada y la de salida pasan seis horas y no ocho. Los denunciantes han explicado que se le recortaba el sueldo -en forma de donativos- a costa de trabajar dos horas menos quisieran o no. En el caso de esta testigo, afirma que no dio cantidad alguna por su situación personal.

El cuarto testigo de la defensa sí que pagó. Según su paso por el tribunal, le realizaban una transferencia bancaria de entorno a 1.200 euros. Si embargo, devolvía unos 300 euros como donativo, el 25 por ciento exacto del sueldo. Pese a ser una cantidad entregada solidariamente, asegura dos cuestiones que intrigan. La primera es que nunca pudo elegir la cantidad concreta que iba a a entregar. Afirma que fue Cristian Menacho quien le aseguró que era la cantidad normal. Además, cuando firmó la documentación de aceptación de la donación, afirma, el formulario ya estaba relleno y solamente tuvo que poner su firma. Si aceptó, dijo durante la instrucción, es porque su situación familiar se lo permitía aunque nunca supo para qué en concreto era el dinero . En este caso, decidió no pagar la última cuota en el momento en el que se conoció la denuncia. Justo cuando este periódico publicó la primera información sobre el caso.

La quinta testigo realizó un muy rápido paso por el tribunal reconociendo expresamente que iba a hablar a favor de Ángeles Muñoz y Cristian Menacho . Dijo que se le propuso realizar una donación pero que se negó desde el primer momento. Asegura que su contrato, pagado por la Junta, fue normalizado aunque la jornada de trabajo es de nueve de la mañana hasta las 12 del mediodía y desde las tres de la tarde a las seis, lo que suma seis horas y no ocho. Ninguno de los testigos llamados a declarar trabajó en el primer Emple@ donde las nóminas se pagan en metálico y los donativos, en sobres. Nadie vio nunca a políticos del PSOE en la sede.

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