Tribunales

El Supremo confirma la condena por abusos de una madre de Córdoba a su hijo de seis años

La mujer grabó dos vídeos mientras su hijo dormía para enviárselo a su pareja en internet

Un agente contra la pornografía infantil ABC

Rafael Ruiz

El Tribunal Supremo ha ratificado la condena a un hombre y una mujer dictada por la Audiencia Provincial de Córdoba por un delito continuado de abusos, en el caso de la mujer, por el que es sentenciada a trece años de prisión, y otros once años y seis meses por un delito de pornografía infantil. Ambas penas se produce en relación medial . El Supremo ha ratificado la pena de once años de prisión para el condenado por un delito de inducción a la pornografía infantil.

Según estos hechos, los ahora condenados contactaron mediante un conocido portal de internet dedicado a insertar anuncios publicitarios con la finalidad de mantener relaciones sexuales del tipo virtual. Ese contacto cibernético derivó, en el caso de la mujer, en una «auténtica relación sentimental», explica el fallo, en la que el condenado siempre le ocultó su identidad y sus circunstancias familiares.

Ella, afirma el fallo, entendió que existía una relación verdadera y estableció «una dependencia emocional» fruto, afirma el fallo, de su situación personal. Su primer marido había fallecido, no tenía recursos, un hijo de corta edad y ejercía de forma ocasional la prostitución.

El Supremo explica que el hombre le fue reclamando distintas imágenes en su intercambio de mensajes. En concreto, le pidió vídeos de prácticas sexuales con otros hombres, de carácter zoofílico o con su propio hijo . El condenado intentaba convencer a la mujer, afirma el fallo, de que eran prácticas normales y le explicaba cómo proceder para no dejar huella.

Finalmente, venció la resistencia de la mujer que, aprovechando que su hijo de seis años dormía, le prácticó una felación siguiendo las directrices de su supuesta pareja. Esos hechos se produjeron, que se haya acreditado en la causa, en dos ocasiones en torno al mes de septiembre de 2014. Los vídeos fueron remitidos al teléfono móvil del condenado .

La científica

Los investigadores no encontraron las imágenes propiamente dichas pero sí determinados rastros de ellas. En concreto, imágenes fijas que se hallaron por los peritos de la científica que examinaron el teléfono móvil. Los acusados, en plena investigación, reconocieron los hechos aunque en la vista oral decidieron retirar esas declaraciones alegando que se encontraban en estado de «shock».

Una peculiaridad de este caso es que se conoció por medio de un detective privad o. Tras la remisión de los dos vídeos, el hombre fue pausando los contactos con su supuesta pareja cibernética. Él alegó que su esposa en la vida real padecía una enfermedad terminal que nunca llegó a constatarse. Ella acudió a un investigador para que descubriese la identidad del hombre al que había remitido esos vídeos ilegales. En la entrevista mantenida con el profesional, la mujer contó los hechos y el detective le advirtió de que lo que estaba contando eran comportamientos delictivos. Ella autorizó al investigador a que presentase una denuncia contra ambos.

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