Javier Tafur - EL ESTILITA

«Je suis charlie», otra vez

Las cosas son como son y no como quisiéramos que fuesen

Estamos encantados con el último remedio para las cuitas terroristas. El abrazo al moro . Ya nadie habla de las víctimas , ni de la negligente actuación de los mozos , ni siquiera de los bolardos. Estamos en consolar al moro, que bastante tiene con aguantar nuestras libertades , esas que atentan esencialmente contra la sumisión de sus mujeres y la autoridad de sus hombres. Pero no estoy seguro de que el antídoto de la barbarie sea la cursilería. Como tampoco creo que este rasgo le afecte mucho a la ralea que representa el nuevo cordobés aspirante a califa , que tiene carita de San Juan cofrade con la barba explosionada. Para que veamos que el aspecto confunde.

No. No se trata de islamofobia , ni mucho menos de permitir que se tache a los fachas de islamófobos cuando los rojos lo son mucho más . ¿Se acuerdan de la guardia mora y del morabito que en Córdoba se construyó para ella? Pues eso. Se trata de llamar a las cosas por su nombre y de describirlas como son en realidad, no como quisiéramos que fuesen. Los terroristas eran chavales de familias, en todo caso musulmanas, nada desarraigados de las mismas, que compartían las costumbres atávicas de los suyos, sin las cuales no puede explicarse su desarrollo emocional. Con su imán, su mezquita, sus abluciones y su ayuno. Si hubieran sido cristianos no sería imaginable, como tales, su evolución criminal, porque no existe referencia adecuada. ¡Díganme ustedes un solo grupo de cristianos, o de judíos, o de budistas, que por serlo se dedique a poner bombas!... Es indudable que pudieron ser yihadistas, o sea, guerreros islámicos, precisamente porque eran musulmanes, condición previa necesaria para ser islamistas y para abocarse al ejercicio violento de sus mitos identitarios y expansionistas. ¡Claro que el mundo islámico en su totalidad comparte la responsabilidad del yihadismo! Del mismo modo que Alemania toda compartió la responsabilidad del nazismo. Lo bueno y lo malo necesitan para crecer de un caldo de cultivo , de un medio ambiente favorable. Y hay que exigirle a ese mundo que erradique de sí su mala hierba , si no quiere ser condenado en su conjunto. Aquí no todos somos buenos. Aquí hay inocentes de verdad. Y cómplices de los malos, que se hacen pasar por tontos para parecer buenos.

Hay muchos más tontos que malos y por supuesto que buenos. Por eso no tenemos miedo. Aunque al legionario no lo vamos a ver ni en pintura . Escondido lo tendrán de por vida, sin poder contar su batalla ni enseñar la condecoración que merece en el gran homenaje público que no se le hará por ese miedo que de boquilla no tenemos . Una manifestación ha habido en Barcelona para pedir no se qué a no se quién. No estaban unidos (los independentistas han ido a lo suyo, a ofender al al Rey y a Rajoy), pero sí revueltos en el acto de afirmación en torno al Islam, la religión de la paz eterna. Así califica «Charlie Hebdo», siendo acusado por ello de islamófobo. Y es que «Charlie» probablemente sea el único ejemplar de la izquierda volteriana que queda en el mundo y está harto de melindres políticamente correctas . «Je suis Charlie».

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