El dedo en el ojo

Somos unos gamberros

El desprecio por lo común y la falta de educación han venido para quedarse en la sociedad

Suciedad en una calle cordobesa después de un botellón VALERIO MERINO
Mario Flores

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Según iban subiendo la calle para acceder hasta la necrópolis judía lucentina , una de aquellas turistas se desmarcó de la fila para, con el brazo extendido y un dedo delator señalando la ofensa, llamar la atención sobre los muy variados detritus que se encontraban en la acera: toda una colección de bolsas, papeles y cacas de mascota con dueño irresponsable se encontraban esparcidas por la acera adornando la vía pública.

Su aspecto denotaba que aquellos visitantes debían proceder de algún país nórdico , de cualquiera de esos a los que tanto admiramos cuando vamos allí de visita. En ese momento sentí tanta vergüenza como azoramiento sufro al ver por accidente los múltiples programas de copla de Canal Sur . A punto estuve de acercarme hasta ellos para pedir disculpas en nombre de mis conciudadanos pero, de inmediato, me asaltó la duda de si no son precisamente estos, en un número estadísticamente significativo, quienes perpetran este clase de atentados. ¿Sacar la cara por quien no lo merece? Decidí agachar la cabeza, seguir mi camino y encontrar un lugar discreto en el que llorar a lágrima viva .

En nuestra capital ya son incontables los contenedores que han sido víctima de las llamas provocadas por algunos energúmenos que mejor harían en dedicarse a montar en monopatín con los tornillos de las ruedas aflojados; a cuanta más velocidad mejor. Eso sí, en lugar alejado de viandantes.

El desprecio por lo común y el ultraje a la convivencia son los síntomas de una sociedad enferma cuya patología se extiende cada vez más entre un creciente número de personas (hay que ser generoso para otorgar esta última distinción a muchos). La sociedad del feísmo, del gamberrismo, del incivismo , de lo soez y de lo chulesco parece haber venido para quedarse.

Uno se tira de los pelos cuando visita uno de esos países civilizados donde la gente habla en voz muy baja en los transportes públicos, donde el ruido en general está proscrito y perseguido, donde se apagan las fuentes públicas a partir de cierta hora para no molestar a las personas, donde cada vecino sabe que debe mantener en su casa el volumen suficiente para comunicarse con los suyos sin molestar a quien habita al otro lado de la pared, donde tiene uno que afanarse para encontrar un papel o una colilla en el suelo...

Vamos a decirlo ya: somos sucios, soeces y gamberros , ¿que no? Observe a su alrededor y repare en lo que ve y oye, solo tardará unos minutos en percatarse de que el vecino hace vida en el lavadero hasta altas horas de la noche, de que su barrio está sucio , de que hay demasiados logsianos escuchando reaggeton a un volumen insoportable, de que la Jessi se dirige a la Vane gritándole «¡tía!», de que la televisión emite programas donde unos se destripan a otros sacando los trapos más sucios que un ser humano haya visto...

Por su parte, y a otro nivel, muchos de nuestros políticos también son unos gamberros al hacer de la indecencia una manera de hacer política. ¿Quieren un ejemplo cercano y reciente? En nuestro Ayuntamiento, ni PSOE, ni IU, ni Ganemos han querido suscribir una declaración de apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y en defensa de España y de la Constitución . No parece importarles que nuestra Policía y Guardia Civil hayan sido agredidos en Cataluña . El grupo del PSOE no se ha posicionado mientras que IU y Ganemos han alegado para no votar la propuesta que no habían podido leer el poco más de un folio donde se contenía la misma.

¡Gamberros, que sois unos gamberros!

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