Crónicas de Pegoland

El fracaso

El moralismo austero que todo futbolero lleva dentro ha reaccionado a lo de Florentino —el mal, a secas— con la apelación a las raíces

Aficionados ondean banderas en el estadio de Maracaná de Río de Janeiro ARCHIVO
Rafael Ruiz

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AL que firma, que se le han caído dos lagrimones en el viejo Maracaná , que ha visto cómo un enclencle llamado Iniesta dejaba pasar la pelota por la banda izquierda del Camp Nou como se desliza un patinador sobre hielo, que se ha comido todas las ofensas de patio de colegio que provoca estar en la constante minoría absoluta de los que rechazan el imperialismo blanco y que se ha tragado todos los truños imaginables en forma de partido de fútbol declaro, desde aquí, que no me importa. Hagan ustedes con el circo lo que le parezca oportuno. Bastantes problemas tenemos ya para preocuparnos por domadores, tigres y payasos.

En Córdoba tenemos un equipo-estado cuya propiedad tiene su domicilio social en un lejano país del Golfo Pérsico con una fracción de la superficie de la provincia y el doble de población. Controlado por un fondo de inversión de la familia real de Baréin, que depositó las gestiones de sus voluminosos recursos en empresas de abogados que facturan en todo el mundo y que está realizando, deportivamente, una liga penosa, calamitosa. Un equipo con una larga historia de sinsabores que habla, como Francis Scott Fitzgerald, con la autoridad que da el fracaso.

La imagen es poderosa. Un ejemplo de la nueva economía deportiva, de las inversiones extranjeras y de la ingeniería legal en lo que siempre se ha denominado como fútbol pelagra o modesto. Como si Jeff Bezos comprase el Jerez de los Caballeros, con todo el respeto a Jerez de los Caballeros , y lo hundiese. Como si una tecnológica desembarcase en el mundo del fútbol, entrando en el capital del Séneca adquiriendo las acciones, vía OPA hostil , de Manolín Cuesta. Todo muy loco.

El moralismo austero que todo futbolero lleva dentro ha reaccionado a lo de Florentino —el mal, a secas— con la apelación a las raíces, la cancha de tierra, el golpe en el costado del encuentro que se jugó de alevín, las risas insensatas de los solteros contra casados. No, dicen, a la Superliga de las empresas que cotizan en bolsa . La realidad de la lógica ultracapitalista instalada hasta sus últimas consecuencias de los que no tienen ningún problema en hablar de dinero . ¿A cuento de qué un fondo de inversión de Baréin iba a comprar el Córdoba , alma de cántaros? ¿A cuento de qué resistirse sin dejar de pagar las entradas de la noria ?

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