El regalo de San Basilio

Es San Basilio un barrio pequeño , coqueto, de casas blancas, dinteles de albero y calles empedradas. Debe su nombre a un patriarca de Oriente al que la tradicion griega venera como a Papá Noel en el mundo occidental : es el santo que trae los regalos a los niños en la Navidad, ya que su fiesta es el 2 de enero.

Eso es San Basilio para Córdoba: un regalo . Más en una jornada como la del sábado, con tiempo de primavera, un sol espléndido que no quemaba y cielo de azul limpio . Un día perfecto para pasear por un barrio que se enorgullece de sus patios y que los muestra a quien siente curiosidad. También en época de Covid.

Lógicamente, los patios de San Basilio no han recibido ni de lejos el mismo número de visitantes que en ediciones anteriores de los Patios, cuando la bulla es el pan de cada día en los fines de semana del certamen. Hoy había colas, sí, pero eran manejables. No más de 20 minutos de espera en los más solicitados, como el de San Basilio, 14. Allí, y después de tan solo un par de minutos de guarda, un visitante se quejaba: «Esto corre poco, ¿no?» Seguro que no había estado el año pasado.

A diferencia del fin de semana pasado, cuando la coincidencia con el puente del 12 de octubre atrajo a la ciudad a miles de visitantes de otras provincias (turistas extranjeros muy pocos), en este último sábado de patios apenas se han visto grupos organizados. Todo eran parejas o amistades aprovechando un día de sol con calma y tranquilidad. «El fin de semana pasado aquí vinieron todos los valencianos. Hoy no han entrado ni 100 personas en toda la mañana», aseguraba una controladora en el patio de la calle Postrera.

Las normas Covid regulan el tiempo de estancia en el interior de los recintos. No se puede estar más de 15 minutos en el mismo patio . En San Basilio casi todos son pequeños y no caben más de 10 de personas a la vez con las restricciones establecidas por la pandemia. En alguno incluso sólo se autoriza el paso a un máximo de tres visitantes.

Eso permite solazarse a la sombra y disfrutar de la exhuberancia vegetal, algo imposible entre el marasmo de las últimas ediciones. Y sin embargo, la mayoría de los visitantes, oriundos o foráneos, no pasa más de un par de minutos en cada estancia. Una foto, un selfie y fuera. Tal vez prefieran la sombra que dan los toldos y sombrillas de los restaurantes de San Basilio , casi todos ya operativos.