Pasar el rato

Igualdad en la masculinidad

La Junta ha decidido que los varones deben ser educados en masculinidad, signifique eso lo que signifique

La Consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Rocío Ruiz Vanessa Gómez
José Javier Amorós

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La igualdad es monótona. Y falsa. La Consejería de Igualdad es innecesaria. Y aburrida. Por eso tiene que esforzarse para encontrar entretenimiento. La cuestión es pasar el rato, mientras llega el sueldo oficial y los complementos de igualdad. De la Junta de Andalucía hablamos. Uno tiene pocas cosas claras, afortunadamente, pero sabe sin sombra de duda que no es igual a ese pensador de Podemos al que ha reñido el Tribunal Supremo y tiene aspecto de dormir vestido.

Del atascadero judicial ha logrado salir tirando de sus tirabuzones hacia arriba, lo mismo que el barón de Munchausen , que logró salir de una ciénaga al tirarse de su propia coleta. Vidas paralelas de la aristocracia europea. Leeré sus memorias. Uno se diferencia del joven Rodríguez en que gana mucho menos, no tiene pelo —lo que puede facilitar, en su caso, la acción de la justicia— y no consigue que nadie en este mundo justifique, aplauda y fomente sus debilidades, mucho menos sus culpas. No ha tenido uno más remedio que acabar creyendo en Dios, para ver si encuentra en alguna parte un poco de piedad. Pero volvamos al camino de la virtud política, que se nos está yendo toda la prosa por la ciénaga. La Consejería de Igualdad de la Junta de Andalucía , que tiene mucho tiempo libre, ha decidido que los varones andaluces necesitan ser educados en masculinidad; signifique eso lo que signifique, que tampoco lo sabe la Consejería. La cuestión es pasar el rato, ya se ha dicho más arriba. Viendo la propuesta, hubiera sido preferible que la Consejería siga sesteando. Y más económico, porque la ocurrencia está valorada, por el momento, en 70.000 euros , que recibirá una organización brasileña especializada en «transformar las masculinidades» .

A estas alturas del programa educativo tiene uno la masculinidad desconcertada. Y le inquieta la hipótesis de que sus viejas gónadas de varón no hayan evolucionado culturalmente por falta de consejo igualitario. Uno ha hecho lo que ha podido, pero es consciente de que vivió tiempos literariamente oscuros, en los que nadie confundía el género gramatical con el sexo biológico , como casi nadie confundía el culo con las témporas. Se evolucionaba bajo la ingenua creencia de que el género masculino no agredía al género femenino, mientras repudiábamos sin reservas al bruto con apariencia de hombre que atacaba a una mujer. Nos habían enseñado, erróneamente, ahora lo sabemos, que había violencia sexual, pero no de género, ni siquiera con la Gramática suspendida. Esa expresión aberrante, violencia de género , parece sugerir que el varón verriondo lleva una gramática cabreada entre las piernas. Cómo estará la varonía andaluza para que la Consejería de Igualdad haya tenido que emprender «el fomento de las masculinidades en positivo» . Y cómo estará la Consejería andaluza de Igualdad. Para masculinidad en positivo, Rodríguez, de Podemos , que ha puesto la patada a un policía en 500 euros. Ahora hay que ponerle precio a la patada a un magistrado del Tribunal Supremo . A ver si es verdad que somos todos iguales.

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