CRIMEN DE BAENA
«Parecían tener una relación bastante buena»
El dueño del cortijo donde ocurrieron los hechos apunta al móvil pasional
S. NÚÑEZ / J. M. GARCÍA
El asesinato en Baena de María Antonia Bujalance, de 28 años , a manos de su pareja, Francisco Pineda, de 51, y el posterior suicidio de éste, ha dejado una gran conmoción. Nadie se explica lo sucedido.
Juan Luis Sánchez, propietario del cortijo de Baena donde ocurrieron los hechos, conocido de la pareja y vecino de Priego, en declaraciones a ABC, se mostró ayer muy sorprendido. «Había tenido poco trato con ellos hasta hace poco. Estábamos empezando a tener una amistad».
Juan Luis cuenta que habían estado de perol en varias ocasiones en el cortijo y describe a la pareja como «muy divertida; ella cantaba fandangos y copla». Y prosigue su relato: «Cuando hemos estado juntos nunca he visto una actitud de disputa. Parecían tener una relación bastante buena y muy respetuosa ».
Antoñi y Francisco, naturales de Lucena , vivían en el cortijo Haza del Duque situado en las inmediaciones del Puente de la Maturra en Baena. La relación entre la pareja y Juan Luis Sánchez, según aclaró a este periódico este último, no era laboral.
«Ellos vivían allí pero no trabajaban para mí . Yo les cedí la vivienda para favorecer que ellos tuvieran sus animales, nada más. Eran personas dedicadas al cien por cien a la naturaleza y sus animales».
La última vez que estuvo en su cortijo compartiendo mesa con ellos fue el pasado jueves. Niega que estuviesen peleados. «Estuve allí comiendo hasta las 19.30 ó 20.00 horas».
Según cuenta Juan Luis, Antoñi y Francisco eran pareja desde hace diez años, pero matiza que «sí es verdad que se cruza una tercera persona» y que, según cree, «pudo haber sido una sola noche que ella faltó de casa. En mi opinión -concluye este agricultor- la ha matado por amor o por miedo a perderla y no recuperarla jamás». Juan Luis prestó ayer declaración ante la Policía Judicial en Puente Genil .
Sepelios en Lucena
Por otro lado, varios cientos de personas despidieron ayer tarde en la iglesia de Santiago Apostol de Lucena a Toñi . Los restos de Francisco fueron incinerados en la misma localidad. El crimen deja dos familias destrozadas.
La de la víctima aún no sale de su asombro e intenta encontrar una explicación a unos hechos sin sentido. Nada hacía esperar el desenlace.
La familia de ella desconocía la existencia de problemas con su pareja y no existían antecedentes por malos tratos. De hecho, unos días antes, Toñi y Francisco habían participado en una fiesta familiar con total normalidad.
Las celebraciones familiares no eran extrañas a pesar de que desde hace ocho años, la pareja había vivido alejada de Lucena, residiendo en distintas casas en el campo, buscando soledad y contacto con la naturaleza.
Toñi era una gran amante del mundo del caballo y de la ganadería y pretendía montar una explotación caprina. Por su parte, su asesino, casado con anterioridad a su relación con la víctima y padre de dos hijos, había trabajado como albañil y en tareas relacionadas con el campo.
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