OBITUARIO

Pablo García Baena, el último testigo de la Semana Santa de Córdoba

Dedicó poemas a imágenes de la ciudad y participó en la fundación de la hermandad del Remedio de Ánimas

Pregón de García Baena de exaltación a San Álvaro RAFAEL CARMONA

ANTONIO VARO

En vísperas de la Semana Santa de 1986 recité ante los micrófonos de la desaparecida Radio Mezquita el poema « Cuaresma », de Pablo García Baena . Desde entonces, todos los años lo leo en voz alta el Miércoles de Ceniza, con o sin oyentes; una vez, incluso, lo leí en presencia del poeta: fue en 2011, en la biblioteca del IES Séneca . Han pasado tres décadas largas de aquella primera vez y el texto me sigue estremeciendo, porque en sus versos largos y pausados siempre he visto una forma de sentir y de vivir los preparativos de la Semana Santa en la Córdoba en los años 40 del pasado siglo.

«Cuaresma» no es un «verso suelto» en la producción de García Baena, pero sí el primero de una serie poemas, ya inmortales, dedicados a imágenes y escenas pasionistas de nuestra ciudad: el Cristo del Remedio de Ánimas , la Virgen de las Angustias , Jesús Caído , Nuestra Señora de los Dolores … Pablo fue también pregonero de la Semana Santa de Córdoba en 1979, con un pregón que, bajo el título de « El retablo de las cofradías » ha sido repetidamente editado y que es un canto lleno de nostalgia a formas y maneras que el tiempo se llevó. Pregonó también el XXV aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de los Dolores , a la que dedicó una hermosísima letanía titulada «Cántico de los Santos».

«Hablaba con nostalgia de la Semana Santa que había vivido en su juventud, y lamentaba la evolución del movimiento cofrade hacia el 'sevillanismo'»

Pero la Semana Santa —y todo lo que conlleva esta celebración— no sólo ha sido un tema poético en la producción literaria de Pablo García Baena a través de poemas y pregones. Bien conocida es su participación en la fundación de la hermandad del Remedio de Ánimas , con Miguel del Moral y otros escritores y artistas de la órbita de «Cántico». Y todos recuerdan su presencia, hasta el final, en el potaje que la hermandad de San Lorenzo ofrecía a mediodía del Lunes Santo a sus allegados.

Hablaba con nostalgia Pablo de la Semana Santa que había vivido en su juventud, y lamentaba la evolución del movimiento cofrade hacia lo que él llamaba «sevillanismo», que iba ganando terreno hasta llegar a la situación actual, lo que no le impidió más de una vez acercarse a Sevilla para ver con entusiasmo, por ejemplo, la salida de la Hermandad del Museo . Pero quizá añorara más su propia juventud y la Semana Santa adherida a ella que una etapa de verdadera pujanza de las cofradías de Córdoba. En cualquier caso, Pablo García Baena era un referente y, quizá, el último testigo —después del padre Cantueso— de una época de nuestra Semana Santa que siempre veremos ya a través del hermosísimo filtro de sus versos y palabras.

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