La cera que arde

La muerte

Córdoba es especialista en enterrar a sus hijos estando vivitos y coleando. Por eso lo del tanatorio es lógico

Tanatorio del cementerio de la Fuensanta Valerio Merino
Rafael González

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hay algunos bustos o pabellones aún nominados o dedicados a gente que pensaba que nunca se iba a morir. En Córdoba hemos gozado de los favores, prebendas y limosnas de inmortales que, curiosamente, palmaron . Esto es que llega un día que entregan la cuchara y se van para el otro barrio y se quedan aquí las estatuas y las fotos amarillas de su actividad omnipotente. Puede pasarle ello a un alcalde, un banquero o a un peñista insigne. Puede ocurrirme hasta a mí mismo, que igual un día de éstos me da un jamacuco y dejo un cadáver, eso sí, lustroso y con cabello.

La muerte suele llegar sin avisar y siempre demasiado pronto, y entonces ya no importa nada si el equipo titular asciende a Primera, se acaba el estadio mutante del Arcángel o la Mezquita-Catedral se gestiona desde la estación orbital china . Todo ocurre, ya digo, habitualmente con rapidez y sorpresa, aunque uno padezca una larga enfermedad, que es el eufemismo para la presión fiscal que finiquita los cuerpos y las carteras.

En la Gerencia Municipal de Urbanismo, esa ínsula de empleados pata negra, parece ser que han sido conscientes de la prontitud de la Parca y, como una epifanía laica y burocrática, han descubierto la rapidez para la tramitación de algo. De un tanatorio , para más señas. De un tanatorio en casco urbano, en el cementerio de San Rafael, en concreto. Con su crematorio y su canesú. De eso que usted vive en la Fuensanta e igual, mientras fríe las croquetas, le llega la fumata blanca de doña Asunción de la Lastra, que fue amorosa madre, esposa y abuela y que Dios guarde en su gloria. Puede ser que ese sea uno de los motivos por los que los tanatorios estén obligados a construirse lejos del casco urbano , y así queda contemplado en el «pegou», que es un Plan General de Ordenación Urbana cordobés.

Si los bares celebran la vida, los tanatorios maquillan la muerte , pero un bar cuenta con más trabas administrativas que el tanatorio que nos ocupa. Eso ya nos da una idea del carácter luctuoso de la burocracia , que prefiere al muerto seguro —y su impuesto de sucesiones, por cierto— que al grupo familiar de cañas celebrando un gol de su equipo o una convención de cuñados.

El tanatorio auspiciado de manera privada ha encontrado la agilidad de la administración pública más pública e igualitaria y progresista y transversal de esta parte de España. Qué cosas. Bien es cierto que quedan otros escalones que solventar para su puesta en marcha. Y que igual no prospera, porque hacerse trampas al solitario siempre acaba por terminar así.

Como los prohombres que nos precedieron y que creían tener la baraja con los naipes adecuados para engañar a la muerte. Perdieron, claro. Sobre todo en esta ciudad, tan especialista en enterrar a gente e incluso vivos a sus hijos . Tan muerta en general. Por eso su apuesta de futuro es un tanatorio, aunque sea de «remanguillé».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación