Mirar y ver

Vida es un don

Presenciamos la tramitación de la ley de la eutanasia, convertida en una prestación más del Estado

Manifestación contra la ley de la eutanasia ante el Congreso de los Diputados Jaime García
María Amor Martín

María Amor Martín

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Toda vida es un don. Sagrada, inviolable, inalienable, indisponible, por encima de cualquier estructura e institución, y su absoluta dignidad no está a expensas de criterios de edad, ni de eficiencia, ni de productividad. La eutanasia no es una salida, sino la entrada que pone en peligro la protección de la vida. El Comité de Bioética de España advierte que legalizar la eutanasia supone «iniciar un camino devastador» . Así lo manifiestan también la Asociación Médica Mundial , la Comisión de los miembros del Consejo de Estado, la Organización Médica Colegial, los expertos en paliativos y los representantes de las confesiones. Se trata de proteger la vida y de buscar la eliminación del dolor, no de ofertar la muerte para superar el sufrimiento. La Conferencia Episcopal afirma que no hay enfermos «incuidables», aunque «sean incurables» y, frente a la muerte como solución, propone acoger, proteger, acompañar e «invertir en los cuidados y cercanía que todos necesitamos en la etapa final de esta vida. Esta es la verdadera compasión». No hay eutanasia compasiva .

La Unidad de Gestión Clínica de Cuidados Paliativos del Reina Sofía realiza una labor encomiable. El equipo humano que la integra se ocupa de la asistencia a los pacientes , y a sus familias, en la última etapa, mediante el alivio del dolor y del sufrimiento, y el apoyo en las necesidades físicas, emocionales y espirituales. Somos muchos los que conocemos por experiencia personal su ayuda y les estaremos siempre agradecidos por su humanidad, profesionalidad, sensibilidad y entrega. Ellos no se rinden ante la muerte , la transforman en acompañamiento, consuelo y esperanza. Ahora que corremos para escapar de una enfermedad no esperada, y que la pandemia nos ha hecho darnos cuenta de nuestra vulnerabilidad, del error del individualismo, de nuestra falaz autonomía. Ahora que este baño de realidad nos ha hecho volver los ojos al valor de la vida, a nuestra intrínseca dependencia de los demás, a la necesidad del cuidado del otro y de la responsabilidad compartida. Ahora que lamentamos la muerte de muchos, especialmente de los mayores, tantos que nos han hecho clamar que toda vida es imprescindible e igualmente valiosa. Ahora, presenciamos la tramitación de la ley de la eutanasia, convertida en una prestación más del Estado. Tremenda paradoja.

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