El árbitro del Girona-Córdoba
El árbitro del Girona-Córdoba
POLÉMICA ARBITRAL

La mano rota de Fidel, prueba de un penalti no pitado

El árbitro se equivoca en esa jugada fatídica en la prórroga y en la expulsión a Stankevicius

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Agonizaba el partido y cargaba el Córdoba sus ataques con el corazón sobre la portería de Isaac Becerra. Entonces, el colegiado ya había dejado con un hombre menos a los blanquiverdes al mostrar, en el tercer minuto del tiempo extra, la segunda cartulina amarilla a Stankevicius.

Nadie protestó entonces por la expulsión a pesar de que se produjeron momentos de cierta confusión. Los futbolistas locales incluso parecieron recordar al trencilla que el zaguero lituano ya tenía tarjeta. Al Córdoba le tocaba vaciarse con uno menos en busca de un gol salvador.

Y rondó la portería visitante durante un segundo periodo de quince minutos llenos de garra. El mejor ejemplo, Fidel Chaves. El extremo recibió en el área rival una patada en la mano.

Sólo gritó para protestar. Para reivindicar un penalti que debía cambiarlo todo. Ni siquiera se preocupó por el estado de alguno de sus huesos. Poco importaban, aunque después confirmarían los doctores que, efectivamente, existía fractura.

A Fidel, como a todo el cordobesismo, sólo le dolía el penalti que Alberola Rojas había perdonado al Girona. Ésa fue, sin lugar a dudas, la jugada más polémica de una eliminatoria difícil de dirigir. De hecho, en el primer tiempo ya hubo un lance que calentó los ánimos blanquiverdes cuando Lejeune no devolvió un balón que Stankevicius había lanzado fuera para que atendiesen a un jugador local.

En el partido de ida, dos futbolistas se salvaron de la expulsión. La roja a Kiko Olivas fue entonces muy protestada por los cordobesistas, mientras que la segunda amarilla a Nando que Ocón Arráiz se guardó en el bolsillo constituye el principal argumento gerundense para afirmar que el arbitraje no afectó al resultado final.

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