Verso suelto

Penélope

Han pensado en que con la inyección mágica desaparecerían las infecciones, no quedaría nadie en la UCI y hasta la puntual muerte se iría de vacaciones

Una mujer en Montoro durante la crisis del coronavirus Álvaro Carmona
Luis Miranda

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Lo malo de soñar despierto con algo que se espera es que la realidad siempre decepciona. Si se vive en soledad la frustración es íntima, pero si se comparte estalla con el estruendo sencillo e irreparable de un globo pinchado : entre todos han dibujado la quimera con todos los detalles anatómicos y al final alguien les ha dicho que no existen animales con cuerpo de cabra, cabeza de león y cola de dragón.

Seis de cada diez ciudadanos de Córdoba y provincia tienen ya la vacuna completa y casi todos habrían acariciado para este momento, o para dentro de muy poco, un mundo como el que dejaron en unos días grises de marzo en que vivir no iba más allá de asomarse a mirar calles vacías por las ventanas. Los ancianos no saben diferenciar la variante delta de la alpha, la beta o la gamma, si es que existieron, pero con la simple palabra vuelven a vivir angustiados por el dióxido de carbono de las mascarillas que no se quitan; los cincuentones ya vacunados dejan de tomar algo en la terraza cuando les alertan con los contagios. Montoro está en toque de queda y los políticos no paran de pedir instrumentos para ganarle la batalla a la estadística.

Córdoba, siempre a la cabeza de vacunación en Andalucía, se parece a la inolvidable Penélope de Serrat , que tejía en la mente los sueños del recuerdo del hombre que le paró el reloj una tarde de primavera, y que cuando por fin vio a alguien bajar del tren que decía ser su amor, sólo pudo sonreír «con los ojos llenitos de ayer» y comprobar que no encajaba con lo que había esperado en la soledad de la estación .

Como a Penélope la confundieron la memoria y la ausencia, los ciudadanos y los políticos andan con la decepción de que al 62 por ciento de vacunación la vida no es tan despreocupada y feliz como antes de aquella Cuaresma angustiosa. Como ella, también se han liado con sus propios deseos y han pensado en que con la inyección mágica desaparecerían las infecciones, no quedaría nadie en la UCI y hasta la puntual muerte se iría de vacaciones. Tendrán que caer las hojas de los sauces antes que alguien se dé cuenta de que si el coronavirus llegó para quedarse todavía tendrá que mandar a la gente a la cama y al hospital, y hasta llevarse a algunos mientras el mundo gira.

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