Verso suelto

Debates

El que prospera es el que sabe que sólo salva el pellejo si sus ideas se echan a pelear con las de enfrente

Manifestación junto a la Ciudad de la Justicia de Córdoba Valerio Merino
Luis Miranda

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La culpa de todo la tienen los debates. Hay quien se mete en la política para sobrevivir y hay quien se mete por unos ideales, pero el que prospera es el que sabe que sólo salva el pellejo si sus teorías se echan a pelear con las de enfrente. Y le ganan, claro. El Covid ha cogido a los gobiernos y a las oposiciones como un chaparrón en una tarde despejada, porque no puede haber demasiadas diferencias entre rojos o azules cuando hay que cerrar bares o impedir que la gente salga de su pueblo. La tasa de incidencia sube y baja y la comunidad que antes era un ejemplo y sirve para que presuman los suyos, al mes siguiente es territorio apestado y de eso quieren sacar tajada los de enfrente.

El debate divide y posiciona. La izquierda ha tenido a Córdoba entretenida con la retirada de la cruz de Aguilar de la Frontera . Apenas necesitan jalear como una heroína a la que ha mandado cortar el pérfido símbolo franquista y ha tenido el valor de llevarlo a un vertedero : las quejas, críticas y oraciones de quienes están convencidos de que se ha quitado por ser cristiana, y no por haber sido de homenaje a los caídos del bando nacional, son la corona de ganadores morales de una guerra antigua.

Ni la derecha, que debería ser amiga de la iniciativa privada , ni los empresarios han sido capaces de decir que la vacunación sería mucho más rápida si también participasen los edificios y profesionales de la sanidad privada, como tampoco nadie aplaudió a las fruteras , carniceros y cajeros de supermercado que en los peores momentos consiguieron que la gente tuviera la despensa llena mientras los sindicatos se sentaban a negociar el ritmo cansino para abrir los edificios públicos sin que los funcionarios corrieran peligro.

Hay debates que se ganan sin que haya nadie enfrente. Son soliloquio s en que cualquier argumento peregrino puede ser un dogma, porque los disidentes, cuando los haya, tienen en la boca un candado que les pusieron no los que hablan, sino los que no se atreven a argumentar por conveniencia. Unas decenas de personas sin nada mejor que hacer rodearon ayer la Ciudad de la Justicia para pedir la moviola de algunas sentencias y reclamar más delitos de autor que distingan entre sexos. Eran pocas, pero volvieron a ganar por incomparecencia.

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