La Graílla

Badra y Omar

Hicieron una mezquita en un descampado, como parcelistas de cimitarra y babucha

Excavación arqueológica en el Patio de los Naranjos Valerio Merino
Luis Miranda

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Siempre abro los sobres que traen libros con la ilusión de que me lleven a un mundo de frases redondas, personajes memorables, ciudades míticas de las que nunca querré marcharme y una belleza tal que no quiera ni pasar las páginas, y siempre lo hago aunque lo más normal sea que me lleve chascos.

Cuando el plástico se ha rasgado y queda a la vista la portada, el título anuncia la gesta épica de un conquistador español, un enigma en la niebla centroeruopea de la II Guerra Mundial o la vida de un poeta o científico con turbante en la Córdoba andalusí de las tres culturas y la tolerancia.

Lo que recibí la otra noche era de este último palo, pero con un aire distinto. Se titulaba, ‘La migración de Badra y Omar’ y en la contraportada proponía un mundo de aventuras de dos jóvenes que se oponían a sus familias, se integraban entre los primeros discípulos del profeta Mahoma y en el siglo VII tomaban un barco, cruzaban el Mediterráneo y después de mil peripecias llegaban a Córdoba con un ejemplar del Corán, primera edición, como único equipaje en la mochila.

Aquí lograban prosperar por la venta de alfombras en la calle que hoy se llama Deanes , y que en la novela se titula Cadíes, y establecían una mezquita, la primera de Europa, en una parcela baldía no muy lejos del Guadalquivir. Su epopeya terminaba cuando se jugaban el tipo para abrir la puerta de la ciudad a otro migrante como ellos, un tal Abderramán , y le daban las llaves de su mezquita para que la ampliase un poquito.

Como todas esas novelas tenía una trama en el presente y era la historia de un elocuente profesor de barba y pantalones raídos que conseguía demostrar que lo que se excavaba debajo del Patio de los Naranjos no era nada que tuviera que ver con el mundo tardoantiguo ni con el cristianismo , sino los cimientos del faro de Al Ándalus, de la luz de las civilizaciones, del edén arrebatado por la brutalidad de los cristianos . La mezquita de Badra, la empoderada islámica, y Omar, el aliado que seguía el ejemplo de su amada.

Y era curioso porque al terminar de leer una muchedumbre de gente vestida con camisetas negras marchaba a la Mezquita-Catedral , a la de ahora, formaba un abrazo reclutando a los que tomaban una tortilla en el bar Santos y hablaba del doble expolio de la Iglesia y el ultraje a los pacíficos Badra y Omar que aquí hicieron una mezquitita en un descampado, como parcelistas de cimitarra y babucha, y se quiere hacer pensar que es una basílica. Esgrimían sus libros como argumentos y luego se iban a colocarlos en los estantes de Historia, al lado de ‘ El Código Da Vinci ’.

Desperté y ni en casa ni en el trabajo estaba el tocho, y al buscar el nombre del autor no encontré nada. Ahora estoy hecho un lío: me dan mucha pereza esos libros, pero estoy pensando escribir uno y poner una fajita que diga «Basado en hechos reales : la verdadera historia que la Iglesia no quiere que sepas». Con el éxito que tuvo lo de la inmatriculación por 30 euros y lo bien que se lo creyeron seguro que pegaba el pelotazo.

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