REPORTAJE

Leyendas de Córdoba: los caminos que partían del palacio subterráneo junto al río en Córdoba

Marcial Hernández Sánchez describe las senadas bajo tierra desde el edificio noble, uno de los cuales llegaba a Medina Azahara

El yacimiento de Medina Azahara VALERIO MERINO

RAFAEL A. AGUILAR

La ciudad esconde caminos subterráneos sobre los que se alza la vida diaria. El libro «Historias y leyendas de Córdoba», autoría de Marcial Hernández Sánchez, desvela algunos de los caminos secretos de la ciudad, entre los que se encuentra el que parte de los jardines del Alcázar y que discurre a lo largo del río y que, en realidad, «no es más que una terraza llena árboles del palacio que existe debajo».

El autor señala que «el palacio es de esmeralda y de cristal de roca y los suelos de mármol y de jade y las ventanas tienen las persianas de hiedra y pasifloras y parras bravías que filtran la luz entre sus hojas como si fuesen abanicos de seda». Marcial Hernández añade que «del salón principal del edificio salen muchos caminos subterráneos, el más profundo hacia la parte del río que está debajo de las torres (...) y que corta recto hacia La Calahorra y allí, en sus mismos cimientos, estrechándose como la madriguera de un armiño, hace pie en la escalera de piedra que alcanza la estancia redonda y señorial del castillo».

Comunicación con las doncellas

El autor sostiene que estas sendas trae «los tesoros que vienen de Granada y Lucena, de Écija y de Carmona y de Sevilla y de Sidonia y también, porque el califa las espera, las doncellas más hermosas de Ronda y de Loja, de Jaén, de Montilla ...».

Una joven en bicicleta pasa por delante de la Puerta de Almodóvar VALERIO MERINO

Hay más caminos en el recorrido subterráneo que realiza el libro «Historias y leyendas de Córdoba» desde el palacio subterráneo. Uno de ellos parte «llega a los Baños Califales, siente la arboleda que los cubre y, por debajo de la Casa de las Pavas. visita el pozo del Museo Taurino, la fuentecilla casi dormida del Zoco, roza el cimiento firme de la Sinagoga y ya está en la Puerta de Almodóvar».

El autor da cuenta de un sendero más. Discurría hasta Medina Azahara, «pero nadie, hasta hoy, ha podido descubrirlo». «Hasta que llegue el verdadero héroe que lo encuentre y lo entregue a la ciudad para que todos los podamos contemplar y disfrutar».

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