Desde mi rincón
Para el pueblo
La democracia nos trajo libertad. Una libertad sin ira y sin miedo.
Define la RAE la palabra sorprender como «conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto, raro o incomprensible». Me sorprenden demasiadas cosas que veo u oigo. A veces pienso que me he quedado obsoleto. ¡No! No estoy obsoleto. Lo que pasa, analizándolo objetivamente, es que se ha perdido el sentido común y son demasiadas las cosas incomprensibles que suceden en España.
Hace años los españoles nos dimos de manera ilusionada la democracia. El grupo Jarcha cantaba entonces: «Dicen los viejos que en este país/ Hubo una guerra/ Que hay dos Españas que guardan aún/ El rencor de viejas deudas».
La democracia nos trajo libertad . Una libertad sin ira y sin miedo. Nos perdonamos unos a otros y llegó, para todos, la paz. ¿Qué ha pasado para que los españoles hayamos vuelto a las andadas? Esa canción decía: «Dicen los viejos que hacemos/ Lo que nos da la gana/ No es posible que así pueda haber/ Gobierno que gobierne nada». ¿Seremos los españoles los culpables de esta locura que se ha instalado en España ? ¡No! ¡No somos los españoles los culpables! Si tenemos alguna culpa es la de aguantar a unos políticos que mienten, que nos explotan, que viven tirándose los trastos a la cabeza sin que le importemos nada. Hasta ayer pensaba que era sólo el partido en el gobierno de España el que usa la mentira, la descalificación del contrario, la polarización de los españoles y la venta de España a trozos, para mantenerse en el poder. Pero hoy me ha sorprendido muy desfavorablemente ver al mayor partido de la oposición como se autodestruye y destruye la ilusión de muchos ciudadanos que confiaban en él para que España pudiera tener un gobierno capaz de unir e ilusionar a los españoles y en el que poder confiar nuestro futuro. ¿Qué nos queda entonces?
Queda un pueblo capaz de mandar a tanto gaznápiro a paseo, dotándose de unos políticos menos ambiciosos que comprendan y acepten que la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo .
