Viernes de jubilado

La puerta del infierno

Córdoba tiene el dudoso honor de estar entre los lugares malditos de veraneo en Andalucía

Turistas en el Puente Romano de Córdoba R. Carmona
Javier Tafur

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Vuelve Córdoba adonde solía, al dudoso honor de ser el peor entre los malditos lugares de veraneo de Andalucía. Veranear en Córdoba es como examinarse de selectividad para ingresar en una hipotética universidad que fundara Pedro Botero . Hay que tenerlos muy bien puestos y a la sombra. Pero aquí lo hemos asumido. Hubo incluso un cofrade ejemplar que llamó portera del infierno a una Virgen residente en la parroquia de San Lorenzo, mártir famoso por la parrilla que le dieron, vuelta y vuelta, cuyas consecuentes lágrimas -que los paganos llaman perseidas - podemos ver aún en estos días tumbados bajo el firmamento de los Villares . A la Virgen en cuestión le ofrecieron un puesto de guardia barroco los poetas y pintores del grupo Cántico , convencidos de que hasta en los novísimos teníamos los cordobeses que avivar los sentidos, puesto que no existe alegría sino contrastada con la tristeza.

Quiere decir esto que el infierno nos parece muy cercano y lo tratamos como si fuera cosa de andar por casa. Tanta es la confianza que a Macarena Gómez , actriz felizmente cordobesa, no se le ocurre otra extravagancia autóctona que la de venirse a rodar una película titulada ‘Polar’ . Con la que está cayendo, que cualquiera diría que el calentamiento global se hace aquí local. No tengo ni idea de lo que tendrá que ver el título con la trama, pero parece un sarcasmo aplicarlo in situ en las actuales circunstancias, como no sea que aluda al noveno círculo, helado y dantesco, de la Comedia. Añadamos que los pirómanos de cuota hacen ahora su recurrente agosto en los sufridos contenedores donde nunca cabrá su basura, buscando acaso en la llama el torpe y largo sueño -que diría Pablo García Baena -, y tendremos una imagen sugerente y múltiple de nuestra vocación infernal.

La Iglesia, que es más inteligente que devota, prefiere en líneas generales considerar antes el infierno como metáfora que como lugar, aunque en Córdoba no haya estado nunca claro que sea menos físico lo uno que lo otro. En Córdoba el calor es tan histórico como la piedra. Y por eso los foráneos dicen que somos gente de parra, hamaca, siesta y botijo . Cuando llegó el aire acondicionado pensamos que podíamos ser como los demás y trabajar incluso en verano. Hasta descubrimos que las oficinas eran fresquitas y los jefes no querían salir de sus despachos. Pero todo se nos ha venido abajo ahora cuando nos han demostrado que el infierno es mucho más caro que el purgatorio y sin duda que la gloria. La energía insostenible está aquí para quedarse, para que andemos calientes indefinidamente, riéndose cada vez menos gente. La pandemia depende de un miserable virus, más o menos arribista, pero la energía está en todas partes, transformándose en tarifas, tasas, peajes, incentivos, costes, primas, impuestos de todo tipo, fantasmas de toda condición, que no producen, que no mejoran nuestra vida, pero la gravan y la agravan. No, el infierno no está en un lugar ni en una metáfora, ni siquiera en Córdoba. El infierno está en en los otros, como afirmaba Sartre , en los que nos hacen la vida imposible, en los amigos de Sartre que nos gobiernan.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación