EDUCACIÓN

Investigadores de la Universidad de Córdoba: Carmen Tarradas y el reto de la seguridad alimentaria

La catedrática de Sanidad Animal trabaja con empresas como Covap, Dcoop y Sánchez Romero transfiriendo conocimiento

La catedrática de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria en su laboratorio. RAFAEL CARMONA

Félix Ruiz Cardador

Los productos derivados del cerdo ibérico son una de las fortalezas de la agricultura en Córdoba. El aval de todos los estándares de consumo internacionales se debe, en parte, a la incorporación de los avances en materia de seguridad alimentaria del grupo de investigación AGR 256, dedicado al diagnóstico y control de enfermedades animales , algo especialmente en una provincia líder en el «agro». Un equipo de trabajo que dirige Carmen Tarradas, catedrática de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la UCO . Alrededor de diez personas suelen formar este grupo, cuya base son seis profesores, a los que se añaden doctorandos e investigadores eventuales.

Los científicos trabajan tanto en la seguridad alimentaria en el proceso de sacrificio y procesado del cerdo ibérico como antes de ello, en la labor preventiva en las propias granjas. El objetivo que se persigue es tratar de identificar patógenos que puedan ser transmitidos del animal a los humanos . Otros proyectos han estado orientados a la identificación rápida de la linfadenitis, una enfermedad que no se detecta en matadero y no se transmite a los humanos, pero que a veces se confunde con otras más graves.

También los bovinos, esenciales en la economía de comarcas cordobesas como Los Pedroches, ocupan a este grupo. En concreto, se desarrolla en su seno el proyecto InnoTuber , que está permitiendo constatar que «esta patología aumenta cuando los bovinos están en contacto más directo con animales silvestres». De este proyecto surgirán medidas fiables para evitar el contagio y aumentar la bioseguridad de las explotaciones ganaderas.

Tarradas apunta por último a una línea más novedosa, amparada por la UE y enmarcada en la lucha actual por conocer mejor las resistencias a los antibióticos en humanos y animales, que se acompaña de incentivos a la investigación de tratamientos alternativos. En este caso, se ha comprobado que algunos aceites esenciales fabricados con especias clásicas como clavo, romero o canela tienen efecto inhibidor de las bacterias . Tal investigación, según Tarradas, está dando buenos resultados y ya se está comenzando a trabajar con empresas para que incorporen estos aceites en sus piensos y productos alimentarios con el fin de mejorar la seguridad en las granjas sin necesidad de recurrir a los antibióticos.

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