Rafael González - La cera que arde

Intoxicados

La política ha estado en la peñas, el Juan XXIII y Ambrosio de Morales

Rafael González
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NO nos consta que los diplomáticos latinoamericanos reunidos en el Alcázar este fin de semana se quedaran encerrados en espera de ser rescatados por la Policía Local. Ni ellos ni el pueblo latino cordobés que acudió al calor de los mojitos. Que el Alcázar se cierre con gente dentro solo ocurre cuando esa gente es imperialista o neoliberal o caucásica o capitalista: turistas alemanes principalmente. Y algún yanqui. Esa gente viene aquí a conquistarnos con sus euros o dólares mientras que la izquierda latinoamericana se reúne para advertirnos. Desde los tiempos de Anguita, tiempos que han vuelto debido al bucle histórico temporal en el que estamos sumidos desde de la muerte del generalísimo, Córdoba se volvió cubana y solidaria. Ha habido momentos en los que parecía que no, de acuerdo, pero lo único que han dado de sí han sido estériles mandatos de culto al líder de plástico por su equipo de palmeros, toreros y cocineros.

La verdadera política ha estado en la peñas, el Juan XXIII y Ambrosio de Morales, todo ello con sus perfectos acuerdos con entidades financieras, medios de comunicación y gremios profesionales que han convertido a nuestra ciudad en lo que es: un avión abandonado en Miraflores. Y un lugar de debate.

Los cubanos, procubanos, venezolanos, provenezolanos, chavistas y bolivarianos se reúnen en el Alcázar quizá por la proliferación de ranas que hay en sus estanques. Están más cerca con ello de la madre selva, de la Naturaleza, en definitiva. Puede que haya sapos de esos que segregan en su piel un veneno más potente que el curare y habrá que llevarse una cerbatana para comprobarlo si es que hay arrestos de coger al sapo, porque como el tamaño sea parejo a la fuerza de su croar, ni Julio Anguita con su pistola de autodefensa. Aunque el verdadero veneno no está en dichos anfibios sino en la prensa, nos han venido a advertir los señores latinoamericanos. Es la intoxicación que pretende esconder el paraíso que es Cuba o Venezuela. Los comunistas, en general, no toleran que se mienta sobre sus logros y les sienta muy mal la intoxicación capitalista, cosa que resuelven matando de hambre a los intoxicadores en interminables colas para comprar una bolsa de dos rebanadas de pan bimbo. Colas producidas, obviamente, por culpa del sistema capitalista. Son las colas que no sufren los ponentes que viene a Córdoba a hablar de los hechos y milagros en el cono sur y el caribe, ponentes que son recibidos y abrazados por los comunistas de aquí, algunos otrora miembros de consejos de administración de extintas cajas de ahorro. O beneficiarios de préstamos que no se pagan. Gente que sabe vivir y que tienen la receta perfecta para que todos seamos iguales. Por eso la Junta Electoral Local no ha visto en este acto una intromisión en la campaña, como ha denunciado el PP una vez que dejaron de estar en el palco del Arcángel y se dieron cuenta de que venía una campaña electoral. Lo del Alcázar ha sido un aviso de cómo nos intoxican los medios de comunicación cuando hablamos de soviets en Venezuela o de comer flores en La Habana. Ha sido, en efecto, un aviso de cómo vamos a comer aquí una vez que no estemos intoxicados: con las ancas de las ranas del Alcázar.

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