Viernes de jubilado

La hora contemplativa

Lo que veo es a una juventud innumerable con mascarilla y ganas de vacunarse, obediente hasta en la cama

El consejero de Salud y Familias de la Junta, el cordobés Jesús Aguirre Vanessa Gómez
Javier Tafur

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Nuestro buen Aguirre , que no en balde es hermano de obispo misionero, nos ha dado una hora sin tiempo, una hora para la ausencia y el abandono, una hora para la melancolía, una hora aparte de la pasión y el desenfreno, una hora ajena al perentorio consumo, austera, contemplativa. Una hora en la que solo mirar al camarero sin esperanza —como quien mira un novísimo— tenga sentido, pues no obtendrá respuesta ninguna solicitud que le hagamos. Por mucha sed que traslade nuestra mirada, él nos la devolverá seca, impasible. Y por fin descubriremos que el pretendido malaje del tabernero cordobés es en realidad un ejercicio de ascetismo.

La hostelería cordobesa no debería indignarse por ello. En cuanto trascienda un poco la norma, verá que no tiene consecuencias efectivas, más allá de la dimensión espiritual e introspectiva que siempre conviene a Córdoba . De hecho, lo que se sirva a las 12 horas menos un minuto, tendrá que ser consumido necesariamente con posterioridad, al menos hasta que el SAS invente una máquina del tiempo, siquiera como la muy rudimentaria que ideó Santos , ha muchos años, ofreciéndonos tomar su tortilla sobre las milenarias piedras de la Mezquita . Por lo pronto, dos platos de jamón y una botella de vino pedidos y servidos en el periodo legalmente establecido son suficientes tal vez para matar el aburrimiento de esa otra hora sucesiva y teóricamente perdida. Y si en el límite de tal periodo se emplata un solomillo crudo y frío, no creo que haya un policia local tan rígido que no entienda que habrá que darle una vuelta de plancha a la vianda para hacerla comestible, aunque sea a deshora. ¿Y qué me dicen de una palángana llena de hielo y botellines variados presta en la mesa a las doce menos cinco?

No se preocupe Hostecor de que llegue la malhadada medianoche y la Cenicienta pierda su zapato. No es lo mismo pedir que servir y mucho menos que consumir. Quien hace la ley hace la trampa. No veamos otra intención menos benevolente en la medida de la Junta de Andalucía . El bueno de Aguirre solo quiere que disfrutemos una hora más de nuestras deliciosas noches veraniegas y que lo hagamos con discreción y templanza, como conviene a nuestro carácter. Pero Hostecor tiene razón en una cosa. Los jóvenes que no estén en las terrazas, estarán en los botellones , que, por cierto, no tienen su origen en la pandemia , sino en las administraciones que los organizaron y aplaudieron. ¿Nadie se acuerda ya del campo de concentración juvenil que el Ayuntamiento de Córdoba instaló a la orilla del río para que nuestros hijos bebieran a placer sin pagar precios de caseta de feria...?

Y aún así, yo lo que veo es a una juventud innumerable con mascarilla y ganas de vacunarse , obediente hasta en la cama, como decía en mis tiempos Jarcha. Una juventud infinitamente más responsable que la despreciable banda de políticos y comunicadores que la execra.

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