CRÓNICAS DE PEGOLAND

Groucho en Ciudad Jardín

El gobierno local quiere cambiar lo que sea en Ciudad Jardín

La alcaldesa Isabel Ambrosio junto a varios vecinos en Gran Vía Parque VALERIO MERINO
Rafael Ruiz

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La alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, ha decidido peatonalizar Ciudad Jardín . Qué parte del barrio se cierra el tráfico es lo de menos, según parece. Antier era Camino de los Sastres y ahora es Antonio Maura o Costasol , Costa del Sol para los amigos. La política de las personas tiene estas cosas líquidas, cuánticas.

Como en el principio de incertidumbre, es imposible saber qué calles serán solo para peatones porque su propia observación va alterando el menú del día. Hoy, son unas. Mañana, quién lo sabe. No se diga que la alcaldesa no sigue la doctrina de Marx, sección Groucho . Estos son sus principios y si no le gustan, pues tiene otros.

El gobierno local quiere cambiar lo que sea en Ciudad Jardín, supongo, con el objetivo de justificar su magra («flaca, enjuta», dice la RAE) gestión. Hace muy pocos meses, repasen la hemeroteca, Antonio Maura no era peatonalizable y punto, como bien recordarán las asociaciones de vecinos de la zona. Ahora es un objetivo concreto. Antonio Maura fue un político del turnismo (un facha total, visto desde la posmodernidad) por lo que es justicia histórica que le toque el turno a su calle en la tómbola municipal de qué peatonalizamos hoy, señora.

Resulta verdaderamente inquietante la fijación de la señora alcaldesa por el barrio llamado del Avecrem , conocido así por las maledicencias del pasado siglo. La política antes conocida como Isa lo está intentando de todas las maneras posibles e imposibles para que el vecino de a pie trague con las medidas que harán de Ciudad Jardín algo más de lo segundo y menos de lo primero de su nombre. Es como si alguien estuviese animando a este nuestro gobierno municipal a caminar en una dirección que promete un futuro luminoso que permita a los propietarios de bienes raíces cobrar un alquiler superior por sus propiedades, particularmente las de uso comercial y hostelero. Porque de eso es de lo que estamos hablando. De la política del Avecrem. Se coge agua hirviendo, se le ponen dos pastillas de caldo concentrado municipal y ya tenemos sopa.

El «lobby» que por Capitulares anda ha asumido la política maurista de la revolución por arriba. Don Antonio creía saber lo que España necesitaba como hay quien sabe lo que Ciudad Jardín merece, a su pesar. Las masas necesitan de gente que las salve de sí mismas. Pero el pueblo, ay, se vuelve levantisco en ocasiones de forma que es preciso convencer a las señoras del bloque de que sus sobrinos van a poder llegar hasta la puerta de sus casas para dejarles las bolsas del Mercadona.

Y contra el factor supermercado poco hay que hacer, alcaldesa. Nada hay que objetar a una ciudad con menos automóviles. Todo hay que oponer a que eso sea el fin de una política donde estas medidas se impulsen de forma selectiva para aplauso y beneficio de cuates y parroquianos de la casa del pueblo. Y los vecinos hacen bien sospechando de estos planes salvadoras que no entienden que el mejor coche no es el que se aparca lejos sino el que no es necesario. Recuerden a Groucho: «¿Quiere casarse conmigo? ¿Es usted rica? Responda primero a lo segundo».

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