EL DEDO EN EL OJO

La generación del asiento de atrás

Los padres llevan en coche a sus hijos a todos lados; se les inculca una mentalidad de «paquetes»

Lluvia y niños, al fondo, con sus paraguas a la salida del colegio V. MERINO
Mario Flores

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Confieso ser de esos conductores que se enervan fácilmente cuando se sienten damnificados por las conductas inapropiadas de los demás automovilistas. No soporto tener que circular por autovía a la velocidad reducida que dicten los coches que circulan tranquilamente por el carril izquierdo (la gran mayoría) y me pone frenético observar de repente en mi espejo retrovisor el careto de un tío que, pegado a mi culo, pretende echarme a un lado para adelantar. La forma de conducir delata la forma de ser, lo que me lleva a concluir que el mundo está lleno de gente grosera .

Pero existe una modalidad más de mala educación que tiene que ver con esos coches aparcados donde le plazca al papá o a la mamá que van a recoger a su retoño , generalmente, de las actividades extraescolares . Suelen ser vehículos que obstaculizan la normal circulación de coches y peatones y que son situados en ostentosa actitud de desafío por el mero hecho de que «yo lo valgo». No te digo nada si llueve , porque entonces los coches molestando proliferan como setas en toda la calle haciendo imposible el tránsito normal.

La causa de este desagradable desaguisado hay que buscarla en esa malhadada costumbre que tantos padres han adoptado a la hora de sobreproteger a sus hijos. Piensan los progenitores que la lluvia es radioactiva , razón por la que hay que ir a buscar a los niños con el consabido coche y el traje de astronauta que neutralice los efectos de la lluvia ácida, y si no llueve da igual: no pueden permitir que sus hijos vayan a los sitios andando porque la vida está muy mala.

Tan es así todo esto que unos psicólogos alemanes han dado en denominar a esta cohorte de infantes castrados la «generación del asiento de atrás» (y los papis los «padres taxi» ); al parecer la tontuna está extendida por toda Europa.

Quieren hacer notar mis colegas alemanes la inoportunidad de asignar a los hijos un comportamiento pasivo, una mentalidad de ser «paquete» sin capacidad para desarrollar la propia autonomía . Y a ello, añado yo, se le une el mensaje que cada pequeño recibe al ver el coche de papá o mamá aparcado donde les dé la gana: el respeto, la solidaridad y el civismo importan una caca, un pedo y un pis. Y es así como el mundo sigue girando, entre la insolidaridad y el oportunismo, entre el egoísmo y el hedonismo , entre la lluvia ácida y la lluvia radioactiva que nunca terminan de caer aunque actuemos como si lo hiciera.

La sobreprotección de los menores, el permitir que el mundo ruede en torno a ellos y el ceder a todos sus caprichos y veleidades están dando como resultado una generación de adultos incapaz de soportar la frustración y refugiados en el infantilismo que otorga no ser capaz de hacer frente a los retos de la vida.

Muestra clara de este fatal desafuero nos lo ofrece el incidente producido hace unos días en Córdoba cuando una menor hubo de ser atendida de un coma etílico . A mí ya no me sorprende que los menores terminen en la camilla de un hospital porque hayan cogido una cogorza de persona mayor, ¿no es eso lo que hemos elegido para ellos? Lo que me sobrecogió de esta noticia fue conocer que el local de Ronda de los Tejares donde bebían alegremente hasta 40 menores...¡había sido alquilado por la madre de uno de ellos !

Nada se les puede negar a los hijos hoy. Si lo haces eres un mal padre.

Es una buena reflexión para hacer mientras esperas al niño aparcado en doble fila .

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