Rafael González - LA CERA QUE ARDE

Disminuya

Desconocemos cuándo les pusieron una pistola en el pecho para que se presentaran a las elecciones

Emilio Aumente e Isabel Ambrosio ABC
Rafael González

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La pasada semana, además de la feria en sí misma, el equipo rector de Capitulares protagonizó su propia feria para entretenimiento de los compañeros de la prensa, sobre todo, que solo de ruedas de prensa no puede vivir el redactor porque puede acabar institucionalizándose más de la cuenta. Así que llegó don Emilio Aumente , que es concejal de Presidencia y Seguridad, lo cual ya es un oxímoron, y amagó con dimitir irrevocablemente. En medio de un canutazo -micrófonos y grabadoras al aire- y con el subdelegado Primo Jurado al lado, que se le puso cara de ídem ante la sorpresa. Hizo falta un incendio en la caseta Fosforito -no podía ser otra ni de más cordobesas maneras- para que a Aumente se le ahumara el pescado y dijera hasta luego Lucas. En realidad Aumente realizó lo que en el argot futbolístico se conoce como una «cola de vaca», que consiste en que parece que te llevas el esférico para un lado pero finalmente lo haces para el otro y le rompes la cintura a Rafa Alkorta para siempre.

También se puede entender como un pulso a la alcaldesa , pero es tan fácil echarle un pulso a Ambrosio y ganarlo que sinceramente no veo a don Emilio perdiendo el tiempo en esas minucias. Total, que el dimisionario Aumente lo fue durante 24 horas más o menos mientras el jefe de prensa de doña Isabel se dedicaba a ver a Juan Tamariz y aprender trucos nuevos con las bolitas. Era feria, quiero incidir, y la feria nos ha traído a Juan Tamariz. En ese interín nuestro querido concejal dijo algo así como «con estos políticos Córdoba no sale de donde está», lo que nos dejó bastante despistados ya que no sabíamos si se refería al pepé, a los Ciudadanos, a Ganemos El Cielo o a sus compañeros de gobierno o a todos en general. Él, claramente, se excluyó del sesudo análisis porque recordemos que estaba en estado dimisionario, o porque estaba sufriendo en ese momento el conocido síndrome «rosaguilar» que consiste en hablar de uno mismo en tercera persona. Es como el síndrome de la Moncloa, pero con pijotas.

Al día siguiente, y tras los nuevos trucos y juegos de manos aprendidos por el jefe de prensa de la alcaldesa, se convocó una comparecencia en la que doña Isabel echó los pelillos a la mar y habló de la presión a la que se someten nuestros ediles en eso que consiste en gobernar y tal. Desconocemos en qué momento les pusieron una pistola en el pecho para que se presentaran y se hicieran amiguitos de los otros para comandar. El caso es que don Emilio no dimitió y Ambrosio explicó el origen de la crisis -la falta de bomberos - como otro caso más de lo que sufren las administraciones locales debido a la política de austeridad del Gobiernocentral , o sea, que nuestra alcaldesa, en un alarde de alta política, le echó la culpa al pepé. Y aquí paz y después gloria.

Lo del título de hoy es un chistecillo, por si a estas alturas, querido lector, no lo ha pillado. Nos lo ha inspirado el señor Aumente, con su disminuida dimisión.

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