«Disaster is coming»

ACABA de arrancar la séptima temporada de Juego de Tronos, la serie que reina en hogares de todo el globo terráqueo. Córdoba salió vencedora de la guerra de localizaciones que desata esta superproducción de HBO, en la que hay tortas por salir. Luce sus pendones en los Siete Reinos con el Puente Romano —cierto es que con una pequeña presencia y un tuneado considerable— y el Castillo de Almodóvar —aparece en la tanda de episodios que acaba de comenzar y una «promo» ya nos ha dejado la silueta de Jaime Lannister recortándose icónica contra una de sus torres—. Estar en ese escaparate mundial es una publicidad gratuita descomunal. Si tuviera que pagarla, el Ayuntamiento debería pedir un estratosférico crédito al Banco de Hierro de Braavos (para los no iniciados en este fenómeno, todo está en Google).

Sin embargo, en el último mes y medio y hasta el estreno del nuevo ciclo de capítulos, la Concejalía de Turismo de la capital en sus cuentas en redes sociales no hizo ni una alusión a que el Puente Romano apareció en la serie, en su web no da casi ninguna información de la fortaleza carbulense que está tan cerca de la capital... Su señor, el edil Pedro García (IU), el «Generaproblemas», debería estar ocupado en tejer alianzas con las Casas de Almodóvar y Osuna —en esta última, ya han hecho muy bien los deberes— para crear una ruta con la que atraer a amantes de las aventuras de los Stark, los Targaryen o los Greyjoy. Tendría que haber mandado a sus huestes a batallar en Facebook o Twitter para aprovechar una oportunidad que nos ha costado cero dragones de oro...

No lo hace. Prefiere perder el tiempo guerreando contra el molino de viento de la masificación turística. Algunos mensajes que lanza, junto a los concejales de Ganemos, los que permiten desde la oposición que la alcaldesa, Isabel Ambrosio (PSOE), se siente en el trono de hierro, empiezan a abonar el terreno a la «turismofobia». Comienzan a jugar con un fuego tan abrasador como el de los tres dragones de Daenerys. Pueden ahuyentar inversiones y viajeros coqueteando con la imagen de una ciudad que hostigue esta actividad, que es uno de sus escasos motores económicos.

Una cosa es evitar que el Casco se convierta en un parque temático o supervisar que el auge de los apartamentos para visitantes no genere molestias a los vecinos —para eso, está la Policía Local— y otra muy distinta es empezar a presentar a los viajeros como temibles caminantes blancos o acusar, como acaba de hacer García, de forma general a los hosteleros de explotadores —si le consta que las malas prácticas están tan extendidas, es tiempo de actuar;no de frases impactantes—. Como sigan así IU y Ganemos, el capítulo que protagonizaremos llevará por título:«Disaster is coming [Se acerca el desastre]». Al «Generaproblemas» y su corte de la izquierda alternativa se les ha olvidado muy pronto que la noche de la crisis fue oscura y albergó horrores, de los que aún no hemos terminado de recuperarnos.