Economía

Decenas de artesanos de Córdoba resisten en un sector que demanda ayudas y regulación ante las bajas ventas

Se enfrentan a la competencia de la industria y la falta de relevo generacional sin apenas apoyo público

Mario Roldán muestra un sombrero cordobés hecho a mano recién salido de su taller Roldán Serrano

Rafael Verdú

Hasta la llegada de la revolución industrial , tardía en España, los oficios artesanales eran el sustento de miles de familias. El recuerdo de un modo de vida basado en el trabajo hecho a mano aún persiste en el callejero cordobés, con nombres que apelan a trabajos que ya no existen: Lineros , Caldereros, Bataneros, Cedaceros, Alfayatas... En la actualidad los maestros artesanos sobreviven en parte gracias al boom del turismo , pero tienen que hacer frente a problemas de difícil solución.

El registro de artesanos de la Junta de Andalucía cuenta en Córdoba con 295 inscripciones, de las que 246 corresponden a trabajadores individuales, 45 a empresas y cuatro a asociaciones. Hay cuatro zonas de interés artesanal (ZIA), un sello que no aporta nada aparte del nombre; están en La Rambla (80 artesanos registrados), la capital (50 registros individuales y tres empresas); Castro del Río (18 artesanos y tres empresas); y Montilla (15 artesanos y otras tres empresas).

Una de las características del sector de la artesanía es su escasa facturación . Según datos de la Junta de Andalucía relativos a toda la comunidad, pero que la Delegación de Economía considera válidos para la provincia de Córdoba, el 65 por ciento de los menestrales declara facturar (datos de 2017) menos de 24.000 euros al año, y un 36% no llega ni a 12.000. Sólo un 15 por ciento asegura ingresos superiores a los 72.000 euros anuales. Además, son talleres muy pequeños , en muchos casos individuales, y apenas un 5% tiene más de cinco trabajadores.

Falta de inversión

En estas condiciones, «un porcentaje muy mayoritario de las personas encuestadas no podrá tener una generación de ingresos suficiente que le permita la inversión en nuevos proyectos », asegura la Delegación de Economía en una respuesta facilitada a ABC Córdoba . Las ayudas públicas son necesarias ya no sólo para generar inversión, sino para garantizar siquiera la supervivencia de los oficios tradicionales. Pero las pocas que hay son parcas en su dotación. En 2019, asegura la Delegación de Economía , sólo se han concedido 13.792 euros para asociaciones de artesanos y 141.464 euros para empresas.

Esa falta de apoyo institucional es una de las principales quejas del gremio. Luisa García , presidenta de la Asociación Cordobesa de Artesanos, lo dice sin pelos en la lengua: «La Junta ya va por el tercer plan de artesanía y todavía no se entera de lo que pasa». La Administración autonómica, competente en la materia, «saca leyes que no se dotan económicamente. Anosotros nos da igual tener un cartelito », explica.

En materia económica, el problema no es sólo la falta de ayudas para el sector, sino también el trato fiscal , cuestión que ya depende del Gobierno central. Los artesanos pagan los mismos impuestos que la industria, pese a la evidente diferencia en producción, ingresos y sistemas de trabajo, lo que lleva a los menestrales a asegurar que «estamos discriminados». Luisa García, que tiene un bonito taller de cerámica junto a la Corredera , tiene la misma consideración fiscal que una fábrica de la empresa Porcelanosa .

Y es que los artesanos tienen que competir con la industria en muchos casos. «Hay mucha falsa artesanía», dice García, quien pone como ejemplo Ubrique, donde «hay gente con mucha maquinaria y eso no tiene nada que ver con la artesanía ». Daniel López-Obrero , propietario de un taller de cordobán en la judería, explica que mientras una empresa ubriqueña saca colecciones con miles de piezas —todas iguales—, ellos hacen series como mucho de diez unidades, todas diferentes y hechas a mano. Pero eso el comprador pocas veces lo comprende. Por ello, explica la presidenta de la asociación, «el cliente debe saber lo que hacemos, si no nuestros productos le parecen muy caros». Falta información , y la poca que hay la elaboran y distribuyen los propios artesanos ante la falta de recursos públicos.

Sin relevo generacional

Otro problema acuciante para los artesanos , más complicado de afrontar, es la falta de relevo generacional . «Cuando nosotros nos retiremos esto se perderá», dice García, que asegura que casi ninguno de los artesanos de la asociación tiene garantizada la continuidad de sus talleres. Ella sí, gracias al interés de su sobrina. Todos los artesanos consultados por este medio coinciden en señalar lo mismo. E inciden en que tampoco hay formación adecuada. En la Escuela de Artes y Oficios no se enseña adecuadamente el trabajo en un taller y los alumnos salen pensando más en el arte que en la artesanía, un error fatal. Una propuesta del sector, a la que la Junta hace oídos sordos por la complejidad para llevarla a cabo, es la creación de una FPDual para los artesanos, en la que los alumnos pasen al menos dos años trabajando en un obrador.

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