Natividad Gavira - Puerta Giratoria

Datos, datos

Podemos tener muchas vías para no decirnos nada o decir lo que al final nos complica

Natividad Gavira
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

EN estos días de hiper conexión, alejarse del teléfono móvil y del ordenador resulta una proeza para nosotros, los acostumbrados a convivir con una hipertrofia de la información, y un desafío para los que han nacido con los ojillos prendidos en una pantalla luminosa.

Nos resulta difícil desplazar de nuestra rutina esa convulsiva necesidad de saber qué piensa cada quien de lo que ocurre. Esta práctica casi enfermiza que nos concede la certeza de estar bien informados aún cuando desconocemos en qué se resume esa necesidad humana de informarse y cuáles son sus límites.

Hoy la información ha tomado un cariz muy distinto, es algo doméstica y rudimentaria. Informarse para controlar y conocer el mundo que te rodea podría haber dejado de ser una necesidad humana para entregarnos a una organización de datos que nos ofrecen seguridad a pesar de sus esquemáticas posibilidades.

Como hemos confiado nuestra seguridad a la llegada de datos permanentemente, hacemos gala de una comodidad casi fanfarrona para saber del paradero de los que más no importan y así, en cadena, vamos generando una necesidad en los otros que es solo nuestra. Ya sabrán que parte de las rupturas sentimentales se producen ahora por este enemigo invitado que se llama chat y que hay verdaderos dramas escolares a cuenta de comentarios impropios en este mismo medio.

Personalmente conozco el caso de un chaval que reclamó una disculpa por un comentario ofensivo contra él y a la postre tuvo que mudarse de centro en vistas de que no solo no hubo rectificación sino que se acrecentaron los comentarios jocosos.

Esta es la realidad que hemos ido creando convencidos que la información total facilita nuestras vidas y creo que igual que las carreteras convertidas en rápidas autopistas para coches cada vez más veloces atraen consecuencias no queridas , la disposición de canales no explica necesariamente la utilidad de los contenidos. Podemos tener muchas vías para no decirnos nada o decir aquello que al final nos complica la vida. Podemos tener muchos medios para cada vez menos contenidos o mensajes más prescindibles para esa necesidad humana de la que les hablaba antes.

Se me ocurre pensar en la ciudad de hace veinte o veinticinco años cuando la comunicación interpersonal la entendíamos suficientes tal como estaba diseñada y al contraste con este tiempo, quizás no hayamos ganado tanto. Eso sí, tenemos un falsa sensación de seguridad por la que estamos dispuestos a seguir pagando...me ha respondido, ha llegado a su destino, regresa a casa. Aumentamos tensión en las esperas para después agradecer el vertiginoso cambio que la tecnología nos regala.

Ahora, que las prisas nos dan una tregua, es curioso comprobar como la mayoría de las cosas de las que dependemos y a las que casi concedemos parte de nuestra vida sin nada de gratitud por su parte, podrían quedar arrinconadas por más tiempo para invocar un orden nuevo en las relaciones personales.

Ver los comentarios