Cruz Conde se salvó de la gran purga del callejero franquista de Córdoba que cambió 59 calles

Aunque el discurso oficial del Ayuntamiento de Córdoba diga y repita que la presencia de nombres en el callejero como José Cruz Conde es un agravio para la memoria histórica , la realidad es que las quince calles que se retirarán (en cinco de las cuales hay polémica) son una minoría de las que en su día hubo. Durante los últimos años del tardofranquismo y, sobre todo, con el califato rojo de Julio Anguita , se produjo un gran vuelco en el callejero de la ciudad para borrar los testigos del bando ganador de la guerra. Calles y plazas principales de generales, políticos, miembros de la curia e incluso algún intelectual. Si calles como Vallellano se llaman así, es porque los alcaldes democráticos quisieron y no por un olvido.

Pocas son las calles en las que pervive el topónimo anterior al cambio de nombre. Quizá la más conocida sea Colina y Burón (hoy Alcalde Velasco Navarro), a la que se le puso el nombre por Juan José de la Colina y Burón , militante falangista de 21 años muerto en un intercambio de disparos con milicianos republicanos en Villafranca de Córdoba. Es la rareza de las calles que han mantenido el nombre anterior al gran cambio que, dadas las circunstancias políticas actuales, parece que nunca existió.

En los primeros compases de la democracia se cambiaron, en primer lugar, los nombres de todos los grandes jefes del golpe de estado de 1936. Ronda de los Tejares volvió a su nombre tradicional tras recibir el de avenida del Generalísimo durante el franquismo. Varios políticos lucieron en las placas de lo que originalmente se llamaba la Alameda. Durante un tiempo fue de Canalejas y hasta avenida de Pablo Iglesias (el del PSOE). La calle de la sede consistorial, Capitulares (antes plaza del Salvador), tenía el nombre del político Calvo Sotelo , cuyo asesinato se considera como el hecho que desencadenó la guerra.

Las Tendillas volvieron a ser las Tendillas cuando perdieron el nombre del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera . De la misma manera que el Paseo de la Victoria volvió a llamarse con el nombre del antiguo cenobio en vez de General Primo de Rivera , en referencia al dictador fallecido en 1930, padre del político fusilado.

No es verdad que los civiles que participaron en las instituciones franquistas se fueran de rositas. Desaparecieron la mayor parte de las calles. Es el caso de los gobernadores civiles Rogelio Vignote , Macián Pérez o Mateu de Ros, este último conocido por haberse negado a votar la sucesión del Príncipe Juan Carlos . José María Herrero , al que se le atribuye el dudoso honor de ser el primer muerzo en zona nacional, fue cambiado por Alcalde Sanz Noguer . Juan Victoriano Barquero , el gobernador civil que inauguró la Laboral, tenía placa en la actual calle La Rábida. Cruz Conde y Vallellano son una rareza que se dejaron conscientemente.

Políticos con poder corrieron la misma suerte. José Antonio Girón , representante del «búnker» hasta el final del franquismo, perdió la calle que ahora se llama Pablo Ruiz Picasso en el barrio de Cañero. El asesinado por ETA Almirante Carrero Blanco daba nombre a la plaza donde se encuentra la Subdelegación del Gobierno, llamada de la Constitución. Alejandro Rodríguez Valcárcel , que tomó juramento al Príncipe, es ahora Ciudad de Manchester. Y el ministro de Asuntos Exteriores Castiella, clave para el reconocimiento del régimen ante la ONU, es Arnold J. Toynbee. El primer alcalde colocado por los sublevados, Salvador Muñoz Pérez , fue borrado del callejero y sustituido por Manuel Sánchez Badajoz, el regidor socialista fusilado. Pasó con la mayor parte de los jefes de Falange como Ruiz de Alda o Ramiro Ledesma o con el crucero Baleares pese a que el Consistorio la quiere cambiar todavía.