Coronavirus en Córdoba

La cruda realidad del ERTE en Córdoba: «Si no hubiera sido por el casero, mi familia estaba en la calle»

Los afectados muestran inquietud por la situación y por el retraso en los pagos

Vanesa Moreno, a las puertas de la oficina de empleo de Alonso El Sabio B. L.
Baltasar López

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Vanesa Moreno es uno de los muchos cordobeses que no olvidará fácilmente marzo de 2020, cuando el Covid irrumpió en nuestras existencias. Ella, camarera de piso en un negocio de alojamiento, entró en un ERTE del que aún no ha salido y su pareja se fue directo al paro , con «cuatro niños en la casa».

Con esos antecedentes no extraña que, a la puertas de la oficina del SAE de Alonso el Sabio , a las primeras de cambio cuente al periodista que a su compañero sentimental le han vuelto a llamar para trabajar. Aliviada, confiesa que económicamente están «fatal», porque desde marzo en su casa lo que han estado entrando son « 357 euros del ERTE , porque yo estaba a 4 horas en el hotel».

Unos ingresos que les han llevado a una situación extrema . Vanesa cuenta que el piso en el que están de alquiler lo han tenido «sin pagar» desde que la pandemia empezó a castigar sus vidas. «Pero el casero no nos ha echado de la vivienda . Y nos ha estado pagando la luz, el gas... Todo», dice agradecida, para luego añadir que «ahora hemos empezado a pagar lo poquito que se puede pagar. Si no hubiera sido por el casero, estábamos en la calle».

Para llenar la nevera, relata esta camarera de piso, «mi madre nos arrimaba cosas, mi cuñada lo mismo». «Si no...», dice dejando unos puntos suspensivos que auguran que el drama pudo ser aún mayor. Y lamenta que, en estos meses tan complicados, aunque acudieron «a asistentas sociales », «no nos han dado ninguna ayuda, ninguna, teniendo cuatro niños en casa».

Pero un ERTE tan prolongado y la falta de trabajo de su pareja no sólo les han castigado en los últimos diez meses el bolsillo; también la mente: «Yo estaba llorando todo el día y él no hablaba, hasta que le han llamado para trabajar. ¡Gracias a Dios!». Y esos ingresos, explica Vanesa, les llegan en un momento crítico, porque desde la dirección del alojamiento les han dicho que «el 2 de febrero, cuando se termina el ERTE, en principio nos vamos al paro».

José Carlos Sociago: «Fastidian los retrasos»

José Carlos Sociago, a las puertas de la oficina de empleo de la plaza de Colón en Córdoba B. L.

José Carlos Sociago , que espera su turno en la oficina del SAE y del SEPE ( Servicio Público de Empleo Estatal ) de Colón, es un ejemplo de manual de cómo el Covid sacude con fuerza a la hostelería -«Trabajo en un restaurante [prefiere no dar el nombre], que creo que es el sector más sacrificado de todos»-. En marzo, con el confinamiento, entró en el ERTE del negocio que le tiene contratado desde hace 17 años (y él tiene 39); r egresó en septiembre y en noviembre (mes en el que las limitaciones a la actividad de la hostelería se hicieron más acusadas) regresó al expediente de regulación de empleo.

José Carlos, casado y con una hija, asegura que la situación económica en su casa es «un poco apretada». «En el ERTE, hemos cobrado desde marzo el 70% de la nómina », ahonda, para advertir de que «lo que es bastante fastidiado es el tema de los retrasos» en los abonos del SEPE, que, asegura, ha sufrido en los dos periodos que ha estado bajo el expediente.

«Te pagan un mes sí, y otro no. Al siguiente, te ingresan el doble. Pero, para una familia de trabajadores , no cobrar un mes es bastante fastidiado, porque en dicho mes pagas lo mismo de hipoteca o de facturas ». «Eso lo llevo regular -admite-. El mes que no se cobra, es un quebradero de cabeza . Te vienen todas las cosas a pagar y no tienes cómo hacerle frente».

Mucho menos inquieto se muestra cuando se le pregunta por cómo ve su futuro laboral: «No tengo miedo de perder el trabajo », sentencia. «En nada que se solucione un poco esto, volveremos a trabajar. Por parte del restaurante no hay ningún problema», argumenta José Carlos. «No sé si regresaré pronto a mi empleo. Eso es incierto. Pero no le doy vueltas a lo de estar en casa. Esto hay que afrontarlo tal y como viene», finaliza.

Antonio Ramos: «Tuve que hablar con el banco para bajar la cuota del préstamo»

Antonio Ramos, ante la oficina de empleo de Ciudad Jardín B. L.

Antonio Ramos, trabajador de Casa Pepe (nombre propio de la hostelería cordobesa), aguarda su turno en la oficina conjunta del popular barrio de Ciudad Jardín . Acude para que le expliquen qué ha pasado con una parte de sus ingresos de noviembre, que no ha cobrado aún, correspondientes al ERTE en el que está inmerso. Estuvo en el expediente de regulación de empleo de marzo a junio -«En el primer mes y medio se me retrasó el pago»-; a primeros de julio se reincorporó; el mes de noviembre volvió a estar en ERTE («entero en casa») y el 5 de diciembre regresó al trabajo. Ahora, está al 50% de la jornada .

En su casa, con mujer y dos niños , sólo entra su nómina, asegura que, con esta crisis, sus ingresos «se han resentido mucho». Explica que «tuve que ir a hablar con el banco para que nos bajaran el préstamo personal , el de las obras del piso y el que más me ahogaba. Pagaba el doble que por la hipoteca. Me lo bajaron». Con una cuota menor, asegura, «llegamos a fin de mes ahogados, pero no como antes. Y no me quejo. Conozco gente que no ha cobrado desde marzo ni un duro». Cuando se le pregunta por su futuro laboral, apunta que de forma general la situación de la hostelería «la veo muy oscura», por el impacto de la recesión.

Confiesa que « nadie está preparado psicológicamente para soportar esto». Y expone su caso: «Yo no había estado nunca parado desde que terminé los estudios». Eso sí, acaba con un toque de resistencia: «Tenemos mayores que les tocó vivir una Guerra Civil. Esto del coronavirus es una prueba de la vida y ahora me ha tocado a mí».

Miguel Ruiz: «Se me van acabando los ahorros»

Miguel Ruiz, ante su oficina de empleo B. L.

Miguel Ruiz , trabajador del hotel Córdoba Centro desde hace ocho años, se ha visto inmerso ya en dos etapas en un expediente temporal la crisis del Covid. La primera fue de marzo al 1 de agosto, cuando se reincorporó y lo hizo a tiempo completo. Pero, «cuando las restricciones fueron a más [el 30 de octubre, la Junta cerró Andalucía a los viajeros]», el 1 de noviembre, entró en el expediente de regulación de empleo al 50% de su jornada.

Asegura que, con su situación, «se me van acabando los ahorros ». «Menos mal que estoy trabajando al 50%, pero mis ingresos se han resentido», insiste, aunque añade que no tiene cargas familiares. Ya se emancipó y se casará en 2021, una boda que en 2020 impidió el Covid.

Acude a la oficina de Colón, porque, aunque en la primera etapa del ERTE no tuvo problemas con los pagos del Servicio de Empleo Público, en la actual sí. «En noviembre, cobré el doble y me han dicho que me reclamarán 460 euros. Y diciembre no me pagaron. En nuestra empresa, hay compañeros a los que les deben dos meses y a otros nada. En el SEPE, tienen tanta demanda, y no tienen personal , que no son capaces de hacer las cosas a tiempo», asegura.

Cuando mira un poco más hacia adelante, Miguel asegura ser « optimista sobre mi futuro laboral». «Desde la dirección del hotel nos dan ánimos y nos dicen que esto pasará», añade. Eso sí, matiza que es para «septiembre o así» cuando él espera que «estemos mejor».

Alberto López: «Es un frenazo en tus planes de vida»

Alberto López, un joven trabajador, espera su turno para entrar en la oficina del SAE de Ciudad Jardín. Él es uno de los veteranos de los ERTE del Covid. En marzo la empresa de joyería en la que trabaja le incluyó en un expediente de este tipo y no ha vuelto aún a su puesto. «El negocio sigue abierto de manera parcial , con reducción de plantilla por el volumen de trabajo que hay», explica.

Sobre el impacto en su bolsillo de esta situación, le incide en una « reducción de sueldo que se prolonga en el tiempo». «En casa, tenemos dos sueldos, aunque uno recortado», asegura, detallando que su mujer y él no tienen hijos.

Alberto da la sensación de estar más castigado por este prolongado ERTE en lo psicológico. «Mentalmente lo llevo mal. Afecta porque es como un “stand by” que no se acaba nunca. No prosperas. Esto es un frenazo en tus planes de vida », confiesa este trabajador.

Luego, admite que «en parte sí temo por mi puesto de trabajo». «Yo soy fijo, y llevo tres años en la empresa , pero nunca se sabe si la situación económica puede devenir en despidos o en el cierre del negocio», reflexiona. Y recuerda que el suyo es «un sector de lujo », cuyo «consumo se resiente lo primero; sobre todo con la crisis que puede venir a partir de ahora».

Alberto ha acudido a la oficina del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) y del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) que hay en Ciudad Jardín porque, si bien no había tenido desde marzo ningún problema con los pagos de su expediente , «por primera vez» le han surgido. «Diciembre no lo he cobrado», comenta, poco antes de que el vigilante de seguridad pronuncie su nombre en la lista de citas y entre a intentar aclarar lo que ha sucedido.

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