Coronavirus en Córdoba

Coronavirus por barrios en Córdoba | Zoco, un poco reposo y un poco en tensión

El barrio espera la normalidad con cierto colchón ante la crisis económica, pero también con la incertidumbre

Mujeres hacen cola frente a una tienda de fruta en el barrio de Poniente de Córdoba Valerio Merino
Luis Miranda

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La del Zoco no existe. Si un distribuidor quisiera llegar a ella para dejar mercancía y lo pusiera en el navegador de la furgoneta puede que acabara empotrado en la Puerta de Almodóvar o la calle Judíos, todo lo más cerca. Hasta quienes no viven lejos tendrán que preguntar por su nombre de verdad y costará encontrar a quien no se equivoque. En realidad, son dos plazas. Una al norte de la avenida de Manolete y otra al sur. Ninguna tiene ese nombre. La más próxima al centro comercial Zoco, ahora sí, se llama de los Califas ; la que la continúa, casi siempre llena de veladores y gente, es la de Matías Prats , presidida por la estatua del locutor y periodista de Villa del Río.

El barrio de Poniente es racional y planificado con escuadra y cartabón, pero como todo barrio también los que viven alí y los que son de fuera lo identifican conforme a su plaza central. Sus plazas centrales. Junto al centro comercial una madre ha sacado a pasear a sus dos hijos de tres años. «Lo pasan bien, pero al principio no querían salir, porque sabían que había un bicho », cuenta María José Gallego mientras va detrás de ellos.

Tiene su explicación: tanto ella como su pareja son sanitarios de los que en estos tienen que combatir los efectos y la propagación del Covid-19, así que conocen de primera mano lo que sucede. En la esquina con la avenida de Manolete Juan Jesús Sánchez atiende un quiosco de prensa y puede contar cómo han pasado estos casi cincuenta días de confinamiento. Ha notado un descenso de ventas , porque «la gente que viene a los periódicos son casi siempre personas mayores, y esos son los que menos salen de casa». Sí que ha notado que ahora la gente pide más revistas, y sobre todo pasatiempos. «Aquí la gente ha cumplido la cuarentena a rajatabla», informa.

Quienes llegan hasta su sitio tienen a veces que sortear la cola de la Frutería Rojas , que está al lado. Como en casi todas las tiendas de alimentación, apenas se permite una persona cada vez y hay un turno riguroso en la calle. «Hay gente que está concienciada y gente que no. Lo que sí se nota es que procuran concentrar las compras , en el primer o el último día de la semana», cuenta Virgina Capitán , que atiende a clientes que casi siempre se llevan bolsas grandes.

Por mucho que los niños hayan devuelto cierta normalidad, todavía no es posible permanecer en la calle, así que hay que buscar la vida cotidiana en las tiendas. La carnicería de Manolo Sierra está en la avenida de Guerrita y allí cuenta que ahora la situación «se ha tranquilizado», porque al principio «la gente perdió los papeles». En los primeros días hubo familias que compraron demasiada comida , pero ahora se ha vuelto a la normalidad.

Una mujer cruza un paso de cebra con su bebé en la avenida de Manolete Valerio Merino

Antes de la llegada del coronavirus tenía un vehículo de reparto , pero ahora los pedidos por teléfono se han multiplicado y las ventas han subido . «Hay gente que pide para ellos y para sus familiares, para evitar salir», dice el carnicero, que explica que tras cierto descontrol de precios en los primeros días, ahora el cordero y la ternera han bajado. «Y mucha gente quiere platos de carne preparada , que han crecido un 60%», revela. Al otro lado está la frutería Hermanos Checa , que tiene cola en la puerta, pero atiende pedidos por Whatssapp, que después los clientes recogen allí.

Atiende a Matilde Arévalo , empresaria, junto a su marido, de Colchonerías Damasco , con tres tienda en Córdoba y una en Estepona. «Hay mucha incertidumbre. Las tiendas están cerradas desde que empezó el estado de alarma y no sabemos cuándo saldremos. Tenemos que pagar la cuota de autónomos y la Seguridad Social de los empleados. Por ahora podemos aguantar, pero no sabemos hasta cuándo», explica. Es la situación de muchos vecinos, que no caen todavía en situaciones de necesidad, pero tampoco viven tranquilos .

La papelería Nico puede abrir gracias a los periódicos, de los que ahora vende más que antes, aunque Rafael Lopez Callejas recuerda que su actividad es el material escolar para los colegios. Los niños ya no van al colegio Eduardo Lucena , que está enfrente, pero les sigue surtiendo. El camino termina en Zocóptica , donde Aurelio González confiesa que no es tan pesimista como muchos de sus vecinos. «Puede que haya crisis, pero la superaremos, como superamos la de 2008», dice, mientras relata que hasta allí llegan para reparaciones vecinos de Carlos III o Trassierra. Fuera, la gente va y viene con carritos con gestos de incertidumbre o confianza.

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