Urbanismo

Una comunidad de Córdoba demandará a la Junta para que le instale un ascensor pendiente desde 2007

Los vecinos del bloque 4 de Pintor García Guijo superan los 70 años y tienen enfermedades que les impide usar la escaleras

Juan José Serrano está afectado de parkinson y tiene verdaderas dificultades para bajar y subir Álvaro Carmona

Rafael Verdú / J. M. C.

Vecinos del número 4 de la calle Pintor García Guijo , en la zona de Levante de la capital cordobesa, ya están hartos de las promesas incumplidas de la Junta . Forman una comunidad, de entre las 400 afectadas por el mismo problema en Córdoba, pendientes de que la Administración autonómica abone su parte comprometida para la construcción de un ascensor en el bloque que les permita mejorar la calidad. Ya llevan más de 11 años esperando, y ahora van a llevar el caso a los tribunales. Y hay precedentes: en junio del año pasado una comunidad de Valdeolleros consiguió su ascensor tras ganar un pleito a la Junta por valor de 73.000 euros más los intereses generados.

Los afectados del bloque ( 18 familias ) van a llevar a los tribunales a la Junta de Andalucía para obligarla a pagar el 75% del coste del proyecto comprometido en su día. Cada una de ellas depositó en el banco sus correspondientes 1.615 euros (el 25%), pero falta lo de la Junta hasta llegar a los 116.280 euros que suponen el 100%.

Ésta es una de las pocas comunidades que han puesto sobre la mesa la opción de demandar a la Administración autonómica, ya que disponen de un compromiso de pago firmado y adquirido que la Junta se niega a cumplir por falta de presupuesto. Juan José Cotíñez , administrador de la finca y representante de los vecinos, explica que «nuestra historia comienza en 2007», fecha en la que se inicia la gestión de la subvención para la supresión de barreras arquitectónicas, que fue firmada con la Empresa Pública del Suelo Andaluz (actualmente AVRA ) en diciembre de 2009.

«Durante muchos años, siete para ser exactos, no volvimos a tener noticias de la Junta a excepción de la desesperante frase de la falta de capacidad presupuestaria », asegura Cotíñez. La única comunicación se produjo en junio de 2016, cuando un técnico de AVRA se presentó en el edificio para confirmar que los vecinos seguían necesitando el ascensor y cumplían los requisitos que obligaban a la comunidad a adelantar su parte, además de asumir una subida del IVA del 16 al 21% .

Todo el proceso terminó en diciembre de 2017, con la firma de una adenda al convenio, que ahora corre a cargo de la Consejería de Vivienda. Pero entre tanto, la empresa que tenía contratado el proyecto técnico había quebrado , la excusa a la que se aferra la Junta para no hacer frente a su compromiso.

Enfermedades múltiples

«Todavía no me he caído, pero es cuestión de tiempo», señala Juan José Serrano , de 80 años, que vive en el segundo piso. Su problema es que tiene parkinson y en muchas ocasiones las piernas no le responden. En peor situación se encuentra su mujer, con demencia senil e incapacitada.

No son los únicos casos. Eulalia Romero , también de 80 años y vecina del tercero, padece de artritis reumatoide . «Lo arrastro de hace años, pero en los dos últimos es insufrible y subir y bajar me mata», señala. En su caso lloró de impotencia cuando les comunicaron que no habría ascensor de forma inmediata. Antonia Muñoz es del primero, tiene 83 años y ha sido operada de ambas caderas . «No puedo salir a diario y mi hermana suele ser la que viene a hacerme la compra o para salir a la calle», señala.

Muchos han perdido la esperanza y quien lloró también ayer fue Petra Gómez , la que menos sufre el problema porque vive en la planta baja. «Pero no puedo ver cómo todos los días lo pasan fatal para sencillamente hacer vida normal como es salir a la calle , comprar y subir las bolsas a casa».

Pedro Domíngue z, de 82 años, vive en el segundo. Tiene dos vértebras partidas por la coz de una vaca , una pierna más larga que otra y los huesos «hechos polvo». Otro auténtico suplicio para la escalera. Hay también una mujer en la cuarta planta que no puede salir de casa. «Vive en un piso interior y su ventana da al patio de luces; es como estar enterrado en vida », aseguran.

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