¿Cómo hacer de Córdoba potencia del turismo gastronómico?

¿Es Córdoba una potencia en turismo gastronómico? No exactamente, pero puede serlo. Para ello tendrá que afrontar las debilidades y amenazas que ahora presenta el sector. Ricardo Hernández, Genoveva Millán y Genoveva Dancausa acaban de publicar «Análisis del turismo gastronómico en Córdoba y provincia: estrategias de gestión», un libro en el que establecen la posibilidad de que se exploten sus posibilidades, ya que se parte de una situación muy consolidada.

Lo principal es la profesionalización. Por un lado, los empresarios tienen poca predisposición a la formación y a la mejora profesional, que pueden servir para que su producto mejore.

Tampoco existe un grado académico en gestión de restauración y lo que hay no está a la altura. El informe insiste en que falta una escuela de hostelería «con suficiente fuerza económica» para realizar actos, promover investigaciones y conseguir atraer a grandes cocineros que ayuden a la formación.

El texto también alerta de la división en asociaciones hosteleras y turísticas. Cita a dos, pero ahora a Hostecor y a Córdoba Apetece se ha sumado Aehco. Incluso alerta de asociaciones como las cofradías gastronómicas, y que «podrían triplicar su efecto si se realizaran de una manera coordinada y conjunta».

Los aspectos que se denuncian son muchos y uno es la lucha contra la falta de singularidad. Por ejemplo, citan los concursos de tapas y los ciclos con un eje temático. «Llegan a saturar y desprestigiar el concepto de tapa y su tradición», alerta sobre este tipo de iniciativas que pueden trivializar el turismo gastronómico.

Puntos fuertes

También existen fortalezas para hablar de Córdoba como un destino para los que buscan sobre todo comer bien. En primer lugar, su patrimonio cultural, pero también sus buenas comunicaciones por ferrocarril y carretera con el resto de grandes ciudades españolas.

Córdoba es, además, un lugar con parte del camino andado, porque su tradición gastronómica es larga y prestigiosa, desde que El Caballo Rojo comenzó su trabajo hasta los actuales Kisko García y Paco Morales, pasando por Bodegas Campos. Incluso se puede ver como un sitio de futuro, con nombres como Celia Jiménez, entre otros, que se suman a los que han trabajado en estos años.