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El colegio de la Compañía
Mucha presencia tienen los jesuitas en la crónica cordobesa; el primer lugar en el que se instalaron en la capital fue en este colegio
Anda la Compañía de Jesús ultimando el Congreso Internacional sobre san Ignacio de Loyola que tendrá lugar en nuestra ciudad del 22 al 25 del presente mes, organizado por la Universidad Loyola Andalucía, la Provincia de España de los jesuitas, el Obispado de Córdoba y el Cabildo Catedral.
Mucha e importante presencia tienen los jesuitas en la crónica cordobesa, desde ETEA a San Hipólito , pasando por sus años en el Seminario Conciliar de San Pelagio . El primer lugar donde se instalaron en Andalucía y, por tanto, en Córdoba y donde más años estuvieron fue un lugar que para siempre quedará vinculado a su historia: el Colegio de la Compañía .
Fue en 1555 cuando se abrió el entonces bautizado como Colegio de Santa Catalina , porque fue Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego, la mecenas que dio impulso a las ideas de san Juan de Ávila, san Francisco de Borja, Francisco Villanueva, Jerónimo Nadal y el propio hijo de la marquesa, el jesuita Antonio de Córdoba.
El colegio no dejó de crecer en prestigio educativo y monumental con su espléndido patio rojo, de barroco de placas, la escalera imperial de mármol negro y rosa y su iglesia aneja. Todo acabó, de repente, en 1767, cuando Su Católica Majestad Carlos III, rey de España, imitó a otros monarcas europeos y expulsó a los jesuitas de sus dominios.
No se perdió el inmueble para la enseñanza pasando, bajo un patronato del Cabildo Catedral, a denominarse Reales Escuelas Pías de la Inmaculada , al tiempo que la iglesia se convirtió en la parroquia del Salvador y Santo Domingo. Pero la memoria cordobesa sigue diciendo la iglesia de la Compañía , como al colegio y a la plaza donde se alza, junto a otro centro con solera educativa y riqueza patrimonial, el Colegio de Santa Victoria.
El Colegio de la Compañía es el inmueble que más tiempo lleva dedicado a la enseñanza en Córdoba. Quien escribe estas líneas «lo habitó» entre 1967 y 1973 , cuando los maristas ocuparon con su Colegio Cervantes algunos de sus espacios. Al volver a visitarlo, el patio rojo ya no me parecía tan grande. Y es que uno crece.
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