EL ESTILITA

La cocina es de ellas

Vimcorsa puede entregar el piso con el recetario de los 50

La presidenta de Vimcorsa, Alba Doblas (IU) ÁLVARO CARMONA
Javier Tafur

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AUNQUE al final se unan y formen el Frente Popular y acaben con cualquier atisbo de sensatez política, existe una diferencia visible entre socialistas y comunistas. Al menos entre sus mujeres. Las socialistas son más repipis y hablaban de soluciones habitacionales cuando de lo que se trataba era de agrandar la cocina, como muy bien reconocen ahora las comunistas, que son más de barrio. Alba Doblas ha dado con la clave de la perspectiva de genero aplicada a la vivienda —que será, naturalmente, una perspectiva caballera— proponiendo que Vimcorsa construya pisos donde no necesariamente haya que guisar de perfil y con cara de asco. Bienvenidos sean. Como todo el mundo sabe, la cocina es el hogar, aunque casi nadie ejercite ya el hogar en la cocina. Pero puestos a recuperar las tradiciones, deberían entregarse con un detalle añadido: el recetario de la Sección Femenina de los años 50, magnífico compendio del saber culinario popular, que atendía al paladar y al bolsillo, y que aún hoy —cuando tantas cosas se han deconstruido— continua siendo un éxito editorial cuya vigencia tendrían que analizar los de la memoria histórica. Y es que lo de hacer una cocina más grande responde en realidad a la vieja aspiración falangista de dignificar la vida de la mujer española sin matarla a trabajar, que es lo que le procuraban los sindicatos de la época, según denunciaba José Antonio. El hombre ganando el sustento en la calle y la mujer en casa, como una reina, con una cocina en condiciones. La aspiración de las clases populares en la actualidad viene a ser la misma, porque los hombres, por muy iguales que sean, solo guisan los fines de semana. El resto de los días lo siguen haciendo ellas o los que hacen de ellas, según el modelo familiar al uso. Lo curioso es que a la familia desestructurada moderna que vota a Podemos o similar le basta la cocina soviética, que no americana, de un estricto apartamento para ser feliz, ya que su capacidad impide de hecho el proceso de aburguesamiento que siempre empieza por un estómago satisfecho. Me pongo como ejemplo de la ideología contraria.

Yo tengo un piso de Vimcorsa en el que acometí una reforma semejante a la imaginada por la concejala comunista. Tiré tabique y uní a la breve cocina un mínimo dormitorio, con lo cual constituí un suficiente espacio de convivencia donde cabíamos, más o menos en armonía, los cinco componentes familiares. Pero resulta que yo estoy gordo, que a mi mujer no le da la gana verlo todo con perspectiva de género y que mis hijos, imitando a sus padres, votan a la derecha. Lo cual debe suponer un aviso para los incautos redactores del programa de la señora Doblas, porque demuestra que cualquier buena idea en origen es susceptible de ser digerida por el capitalismo voraz.

No obstante, hay que reconocerle a Doblas su intención, que creo piadosamente noble. Si bien, para cocinas espectaculares, las que están diseñando Soraya y Cospe, por supuesto por inducción. Los hombres lo tienen crudo, aunque Pablo Casado sea, sin duda, el mejor candidato. Solo le falta llamarse Paula. Pero nadie es perfecto.

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