Infancia

Centros de menores en Córdoba | El hogar de los niños sin hogar

Los centros de protección al menor tienden su mano a cientos de jóvenes con problemas que necesitan ayuda para seguir adelante

Menorse realizando actividades en la Fundación Arcoiris ABC

Miguel Navas

La llegada de cientos de menores de edad no acompañados (Menas) a la capital el pasado año puso a los centros de menores en el foco de todas las miradas, al verse claramente superados por la situación . Poco a poco, estos lugares han ido volviendo a la normalidad. Toda la que puede haber en un sitio de estas características.

En Córdoba existen un total de doce centros de menores, nueve de ellos concertados . Su función, en palabras de la delegada de Educación, Deporte, Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, Inmaculada Troncoso, es la de « prestar el servicio de acogimiento residencial a menores que se encuentran bajo atención inmediata, guarda o tutela de la Junta de Andalucía ».

La delegada reconoce el problema que este sistema sufrió con la llegada de los Menas, pero afirma que ya está superado , gracias a la puesta «en marcha un número importante de dispositivos de emergencia para dar respuesta a estas situaciones», como el centro de acogida creado «ex professo» en Doña Mencía.

Pero además de este, en la ciudad existen otros centros dedicados en exclusiva a este tipo de menores, como el de Córdoba Acoge , que actualmente ampara bajo sus muros a seis menores extranjeros, todos ellos varones. Su presidente, Enrique Garcés, explica que el principal objetivo de su organización es que esos menores puedan «incorporarse plenamente » a la sociedad, una labor que define como complicada ya que todos ellos carecen de «una red social» de familiares o amigos en la que apoyarse ante cualquier problema.

Hablando con él es fácil percibir cierto aire paternal en su voz. Y es que la mayoría de jóvenes que pasan por este tipo de centros entran siendo niños y los abandonan como adultos, por lo que es inevitable que entre ambas partes se generen ciertas dinámicas familiares.

Precisamente en esto pone el acento José Luis Hitos, de Cruz Roja Córdoba . Para él, uno de los principales objetivos del centro de la ciudad, dedicado a menores con algún tipo de discapacidad, es el de que « vean esto como su hogar ». Para el representante de la ONG, el trabajo que profesionales y voluntarios hacen con los menores del centro termina por provocar que los primeros « ocupen un lugar muy importante » en la vida de los segundos, al mismo tiempo que los adultos atesoran con gran cariño los momentos vivido en compañía de los pequeños a los que han cuidado.

Una voluntaria de Cruz Roja Córdoba junto a uno de los menores ABC

Pese a todo, es la Junta de Andalucía, y no estos centros, quien «tiene la tutela legal» de los menores, como explica Troncoso y es el ente autonómico quien tiene «la última palabra» sobre la situación de los pequeños, añade Fernando Izquierdo, director de programas de Emet-Fundación Arcoiris .

Este es uno de los centros más grandes de la ciudad , pues bajo sus muros se concentran dieciséis niños y ocho niñas , según explica Izquierdo, todos ellos con problemas de conducta. También tiene la peculiaridad de que las estancias suelen ser mucho menores, de entre nueve meses y un año, tiempo durante el cual la Fundación Arcoiris recluye a los menores en un entorno seguro en el que intentan da hallar, y eliminar, el origen de esos problemas sin estímulos externos.

Por partida doble se presenta la Asociación para la Defensa Social de Adolescentes y Menores (Adsman), que cuenta con dos centros de protección en las calles de la capital . El primero de ellos, Imara, coincide con Emet en la idea de crear un entorno confortable para ayudar a los menores en situación de desamparo social. El segundo es el Centro de Protección de Menores Educador Luis Muñoz, enfocado a niños y niñas con problemas de conflicto social, con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años.

La red de centros de protección concertados en Córdoba se completa con la Casa Domingo González (gestionada por la Fundación Don Bosco), el Hogar Buen Pastor y la Casa Hogar Polifemo (de la asociación Nuevo Futuro).

La vida adulta

Todo el sistema de protección a los menores termina cuando estos cumplen la mayoría de edad y se ven obligados a enfrentarse al mundo adulto por sí mismos. Ante esa situación, cada centro trata de gestionar el problema como mejor puede. Por ejemplo, la Fundación Don Bosco cuenta con dos pisos tutelados con plazas concertadas que sirven como una especie de prórroga del sistema de protección, para tratar de suavizar el golpe de la mayoría de edad.

En este apartado, el más beligerante es Garcés, quien carga contra lo que considera una injusticia, el hecho de que jóvenes que pasan varios años viviendo en un país se encuentren en la misma situación que cuando entraron o incluso peor, porque son extraños en un país que, ahora, sí conocen.

Una visión más calmada ofrece el responsable de Cruz Roja. Para él, fruto de la muy buena relación que se establece entre el personal de la ONG y los menores a los que atiende surge una fuerte amistad que trasciende las puertas del centro. Por ello, aunque reconoce que después de los 18 son otros los que se encargan de los jóvenes, siguen manteniendo el contacto con ellos y ayudándoles en lo que puedan .

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