Balance del curso pasado

Cáritas toca techo en su ayuda con las más de 20.000 familias atendidas durante 2017 en Córdoba

Lleva dos cursos con ese nivel de atención, con el problema de que la precariedad en esas familias es mayor

Presentación de una de las memorias de Cáritas Diocesana en Córdoba VALERIO MERINO

J. M. Collantes

Cáritas ha tocado techo en Córdoba. Con los recursos que tiene en la actualidad ya no puede atender a las más de 20.000 familias a las que llevan ayudando desde hace dos años (en 2015 eran unas 30.000), con la gravedad añadida de que el porcentaje de precariedad de esas familias (con más de un miembro que han agotado todas las prestaciones y que dependen directamente de la ayuda del tercer sector) se ha visto incrementado .

Son palabras de Salvador Ruiz , secretario general de Cáritas Diocesanas en Córdoba, quien, además, ha reconocido no tener el dato de cuántas personas más estarían necesitadas de esa ayuda en la provincia, pero sí ha indicado otro dato significativo al respecto: «Tenemos más personas que acogemos de las que podemos ayudar ». Con lo que la «lista de espera» se intuye que es larga.

En este sentido, hay diferencias entre zonas de la provincia y también entre espacios de la propia capital. Así, «existen bolsas de pobreza mayores que se notan en el hecho de que si una parroquia atiende por lo general a unas 100 familias, en las de especial vulnerabilidad esa cifra llega a las 1.000 familias».

De igual modo hay diferencias significativas entre comarcas. Por ejemplo, la atención en la Campiña llegó en el pasado curso a 5.160 familias , mientras que en la Sierra se llegó a las 2.150 y en el Valle del Guadalquivir, de 1.845.

Rostro feminizado

Durante su exposición esta mañana de la actividad de Cáritas en la provincia durante el pasado año, Ruiz ha destacado que el rostro de la pobreza cordobesa está « progresiva, afianzada y enquistadamente feminizado », ya que en una cifra elevada son mujeres que tienen a varios hijos a su cargo. De igual modo, se ha comprobado que hay transmisión intergeneracional de la probreza como uno de los problemas más graces, al tiempo que también se concentra entre los mayores y los discapacitados, es decir «los que resultan inútiles parta el sistema económico».

Y si hubo un mensaje repetido hasta la saciedad durante la presentación de esta actividad tan social fue que « la crisis no se ha acabado », que ha sido «especialmente cruel con los perfiles más vulnerables » y que prácticamente «ha destruido el colchón familiar que la principio de la crisis mantuvo a muchas personas sin caer todavía más bajo». Y, pese a ello, «si algo hemos notado es que la sociedad en general ha sabido responder con gran solidaridad ante las adversidades, con lo que podemos enviar un mensaje de esperanza ».

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