El dedo en el ojo

Una bomba bajo la cama

Dormimos a pierna suerta pero el temporizador sigue su curso

El periodista y portavoz de Tambarnia, Jaume Vives Archivo
Mario Flores

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Como articulista de opinión me gusta (y debo) estar atento a las cosas que acontecen a mi alrededor para poder formarme una opinión sobre las mismas. Es así como funcionamos los seres humanos : interaccionamos con la realidad, la aprehendemos, la interpretamos de acuerdo a nuestros criterios y emitimos un juicio sobre la misma. Pero resulta conveniente -si queremos ser honestos y aseados- superar el sesgo cognitivo que nos hace, demasiadas veces, observar las cosas a través de rígidos marcos de conocimiento que nos obligan a retorcer la realidad hasta hacerla encajar con nuestros prejuicios. Esto es claramente así en las ideologías extremistas que, sin lugar a dudas, se acercan más al delirio que a lo existente como experiencia compartida por una comunidad de conocimiento . Si a esos desvaríos del discernimiento se le añade una buena dosis de apelación a la emoción antes que a la razón , tendremos como resultado final una serie de subproductos intelectuales en forma de delirios «migrantes», de resucitación de Franco o de cartas gastronómicas donde se ofrecen platos tan execrables como «Guardia Civil a la brasa».

El ser humano, lo tengo dicho, descarrilla muy rápidamente . Hoy no paramos de ver trenes descarrilando a cada paso, tras cada esquina, en cada rincón que escrutemos. Despropósitos, desvaríos, estridencias, mentiras, desatinos, alucinaciones,... Es como si el ser humano, de repente, hubiera dejado escapar su capacidad de raciocinio para entregarse a un satánico aquelarre de demagogia , exaltación de las bajas pasiones, alucinaciones y bailes macabros. ¿Qué otra cosa si no está ocurriendo con el problema del separatismo catalán ?

Jaume Vives , uno de los dirigentes de Tabarnia con quien he tenido ocasión de intercambiar algún que otro correo, proponía el otro día acercar hasta Cataluña un ejército de psicólogos para tratar los trastornos delirantes que ya se dan como pandemia . Estoy por ofrecerme. España vive una hora mucho más grave de lo que se pueda pensar. Vivimos tranquilos recostados en nuestra cama sin percatarnos de que, bajo la misma, hay una caja con cables, temporizador y explosivos. España duerme a pierna suelta mientras otros cavilan como reventarla . Y todos silbamos con las manos metidas en los bolsillos como si esto no fuera con nosotros. El primero, el Gobierno . El anterior, que estuvo bien blandito, y el actual Gobierno arribista.

Como buenos adolescentes que son (que se van de conciertos con la chorva, que se ponen guapos con unas RayBan, que son solidarios y «multiculti» que te rilas, que arden en deseos de «matar al padre») piensan en el actual Ejecutivo -sostenido por ultras y peligrosos radicales antidemócratas- que el alucinado separatismo catalán se resuelve hablando con ellos de buen rollo . No han aprendido nada de lo de Chamberlain con Hitler , ni les entra en la cabeza que las políticas de apaciguamiento nunca, oiga, ¡nunca!, han dado resultado cuando quien se sienta al otro lado de la mesa es un alucinado.

Y seguirán permitiendo que las siguientes generaciones de catalanes -como las anteriores y la actual- sigan siendo adoctrinadas y programadas cerebralmente por la secta independentista, valiéndose para ello de la innoble y deshonesta educación , de los odiadores profesionales, de los viles medios de comunicación o de los historiadores torcidos que nos sugieren que Cataluña construyó las pirámides de Egipto -cuánto bien nos hace nuestro profesor y compañero don José Calvo Poyato cuando pone el acento donde debe ir-.

En España no hay más norte y faro que el gatopardismo , el que nos ilumina para que cambiemos todo para que nada cambie. En esas estamos. ¿Alguien hará algo? ¡Toc, toc!, ¿Hay alguien ahí?

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