Un ascensor averiado para 60.000 pacientes de la Fuensanta de Córdoba

Ángela cubre el recorrido desde la plaza de Rubén Darío, en la que vive desde siempre, hasta el centro de salud de la Fuensanta, a doscientos metros arriba o abajo, como quien supera una escalada a una cumbre legendaria. Su ficha es la siguiente: con ochenta y cinco años recién cumplidos acude cada dos semanas al recinto sanitario para que su médico de cabecera compruebe que la válvula que le han colocado en la cabeza está bien ajustada y transmite a su organismo la cantidad exacta de la medicación que necesita para que sus articulaciones, muy dañadas por décadas de trabajo en el campo y por las tareas domésticas, obedezcan como deben a su cerebro y, además, le permitan conciliar el sueño sin grandes dolores.

No camina sola: le acompaña su nieta de trece años y se apoya en un andador que ha incorporado a su vida como un artículo de primera necesidad. «Son mis piernas y mis manos: sin este cacharro no sería capaz de moverme por el mundo», asegura a altura de la sucursal bancaria que está justo en la esquina de su calle con la plaza de la Juventud, muy próxima a la calle Francisco Pizarro, en la que se encuentra el edificio de atención primaria del que vuelve. «Hoy estamos de suerte: el ascensor funcionaba», comenta la anciana, que es una de las usuarias que ha sufrido durante el mes de agosto las constantes averías del único elevador del inmueble. «Lo que hemos pasado no está en los escritos», añade la mujer octogenaria.

Su queja está justificada, porque la consulta a la que no ha de faltar cada quince días se encuentra en la segunda planta del edificio y para ella es un calvario llegar hasta los bancos que anteceden al despacho de su médico por los cuatro tramos de escaleras. «Y por no hablar de lo que pasa mi nieta: arriba y abajo con mi andador, que una vez lo dejamos abajo y por poco nos lo roban, y con todos mis bártulos encima, la pobre muchacha», detalla la paciente. Los testimonios de los usuarios recabados ayer por este periódico son concluyentes: durante los últimos quince días del mes que acaba de terminar han sido casi tantos las jornadas en las que el elevador ha estado operativo como las que no ha funcionado.

Este recinto del sureste de la ciudad atiende a una población de sesenta mil personas, y entre ellas son mayoría las que tienen una edad avanzada: se trata de una zona de Córdoba con un parque de viviendas envejecido a excepción del área más próxima al complejo comercial El Arcángel.

«En las últimas semanas ha habido situaciones de desconcierto: se ha dado el caso de enfermos que llamaban antes de venir a su cita para preguntar si el ascensor funcionaba. No exageramos», continuaron estos interlocutores. Porque el relato que realizan de los problemas en el elevador no casa con el mensaje de excelencia asistencia con el ServicioAndaluz de Salud (SAS) lanza con frecuencia: «Hubo una semana en concreto en la que esto parecía cosa de locos: el aparato iba bien un par de día y al siguiente dejaba de funcionar, venían a arreglarlo, hay que decir que con bastante rapidez, y cuando ya parecía que no iba a haber más problemas volvía a pararse y a dejarnos tirados. Así estuvimos la semana del récord de averías, cuando hubo cinco en seis días... Y menos mal que nadie se ha quedado encerrado ni ha habido problemas de alcance...», resumieron las fuentes de los trabajadores con los que ha contactado ABC.

La Junta pidió ayer disculpas a los us uarios y subrayó que el mantenimiento del elevador es el que recoge la norma. El SAS planeó poner un ascensor más en 2012 en el centro de la salud de la Fuensanta pero la crisis y los recortes enterraron el proyecto, del que no hay noticia.