Rafael Aguilar - EL NORTE DEL SUR

El apagón

La Feria ha ido bien en líneas generales: el calor y la gestión nefasta del servicio de transporte público la han marcado

Rafael Aguilar
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Ha ido bien en líneas generales. Sin grandes sobresaltos y con todo a punto para que la gente se olvide por unas horas de lo que hay más allá de las letras de las sevillanas. El Ayuntamiento puede estar razonablemente contento si no hay nada que lamentar hasta que esta madrugada se apague la portada hasta el año que viene. La edición de la Feria de la Salud de 2017 concluye hoy con un éxito notable de asistencia a El Arenal y sin incidentes de relieve. El miércoles, que está señalado como el día con un riesgo potencial mayor, se saldó sin problemas: el botellón concitó a menos jóvenes que en ocasiones anteriores y los escolares se montaron a su antojo en las atracciones a bajo precio.

De modo que un balance de urgencia de la fiesta arroja dos protagonistas principales. El primero es el calor: ha hecho mucho y el moreno Arenal es tendencia, con lo que las barras de las casetas han agradecido la sed de los clientes.

El segundo, para mal de la autoridad municipal, ha sido el transporte público. Se trata de la mancha en una celebración a lo que hay poco que objetar. Impresentable. Lo miremos por donde los miremos y fije uno la mirada en donde la ponga. Por partes. El lío de Aucorsa. Lo que han padecido los cordobeses que se querían desplazar a la Feria en los autobuses urbanos no tiene nombre. Alguien debería dar explicaciones, pedir disculpas, hacer como que dimite. O haberlo hecho ya. Quien haya estado en una parada a las dos de la tarde con el sol cayendo como un puñal de fuego sabe de qué va la historia: flamencas a las que las flores se ponen mustias, lamparones en las camisas de domingo y niños llorando debajo de su sombrero cordobés. Por las redes sociales circula un montaje de un vehículo de Aucorsa con pasajeros en lo alto de autobús como si Córdoba fuera el Sáhara. Poco ha faltado. La actitud del Ayuntamiento no ha estado a la altura: la decisión de la alcaldesa de no negociar con la plantilla hasta que acabase la fiesta y después de reconocer que el servicio funcionaba con un tercio menos de medios ha sido un ejemplo de desidia. O de cobardía. Los trabajadores de Aucorsa salen trasquilados del episodio. Que no se quejen mucho si los usuarios les reprochan su osadía de organizar una huelga encubierta cuando más los necesitan.

Y luego los taxistas. Este periódico le preguntó a la alcaldesa el miércoles que qué opinaba de que radio taxi no cogiera el teléfono durante gran parte del día y como si le preguntara por la cría de las ballenas en las islas del Pacífico. Que no tenía nada que decir, respondió Ambrosio. Lo de menos es que se trate de un servicio público tutelado por el Consistorio, que se ha tapado los ojos a conciencia ante la desatención a los cordobeses que no iban a El Arenal. Allí estaban todos los taxis, donde había negocio. En el resto de la ciudad costaba encontrarlos. Un concejal se quejó y por poco se lo comen. Va a tener que ir ya de su casa al Ayuntamiento en el servicio de Aucorsa. Si es que pasa un autobús.

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