SANIDAD

Álvaro Granados: «El Imibic de Córdoba genera nueve euros por uno que recibe»

El nuevo gerente del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica defiende los pasos que la entidad da hacia la autonomía financiera

Álvaro Granados, este miércoles en el acceso principal al Imibic VALERIO MERINO

Rafael A. Aguilar

Acaba de ponerse al frente de la Gerencia del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic), que suma a más de quinientos profesionales integrados en cuarenta y dos grupos, unos con un alto grado de consolidación en el mundo sanitario y otros en fase emergente.

—La sanidad en Córdoba está de moda, ¿no? La inauguración del Hospital de Quirón muestra de nuevo ese empuje, por más que sea siempre evidente.

—Sí, la verdad es que la sanidad está de moda en Córdoba. El complejo hospitalario Reina Sofía siempre ha sido una referencia y una seña de identidad de la ciudad, algo a lo que ha contribuido la Facultad de Medicina de la Universisdad de Córdoba, que forma a profesionales estupendos, muchos de los cuales se quedan a trabajar aquí. Y Quirón supondrá para Córdoba mejorar la imagen de la ciudad en relación con la sanidad, y seguro que traerá una mejora en la asistencia sanitaria. Eso no significa que Quirón vaya a ser competencia nuestra, para el Imibic quiero decir, porque no nos consta que estén desarrollando ninguna investigación; estamos abiertos a colaborar con ellos, aunque dependemos del sector público prioritariamente. Uno de los pilares de nuestro plan estratégico es que haya equilibrio entre los fondos públicos y los privados.

—Usted llega a la gerencia del Imibic con una amplia trayectoria en la casa. Es un buen aval.

—Estudié en ETEA y me licencié en Administración de Empresas. En el último año de mis estudios ya me incorporé a la oficina de Deloitte de Sevilla, donde trabajé durante seis años. Volví a Córdoba y trabajé en el sector de la investigación a través del Centro Tecnológico Agroalimentario (Cicap) que tiene como uno de sus socios prioritarios a Covap. Conocí también el sector de la industria farmacéutica, porque estuve un tiempo, aunque pequeñito, en Laboratorios Pérez Giménez, y después di el salto al Instituto Maimónides, en 2011, como responsable económico del centro. El Instituto estaba prácticamente empezando, por lo que me siento muy orgulloso de haber participado en el equipo que puso en marcha, por así decirlo, este gran tesoro que tiene.

«La esfera privada necesita de lo público para llevar a cabo sus proyectos: todo se retroalimenta»

—Ha citado el reto de equilibrar los fondos privados y los públicos. ¿En qué porcentaje se mueven en estos momentos?

—Hace un par de año estábamos en sesenta a cuarenta por ciento en favor de lo público, pero 2017 lo cerramos en prácticamennte cincuenta- cincuenta. Depende del año. Lo importante es que tendemos hacia el equilibrio: el apoyo del sector privado a la sanidad es evidente, mientras que el sector público no puede llegar a todo lo que sí pueden alcanzar las empresas. Todo se retroalimenta, porque la esfera privada necesita de lo público para llevar a cabo sus proyectos. Los institutos públicos —en nuestro caso, avalado por el Carlos III de Madrid— somos un eslabón esencial en esta cadena para servir de bisagra entre lo público y lo privado. A ver si en el futuro estos porcentajes de los que le hablo pueden invertir la tendencia de manera que los fondos privados sean los mayoritarios.

—¿Cuáles son las vías de entrada de los fondos privados para la investigación en el instituto del que es gerente desde julio?

—Hay tres. La primera es la innovación, que es la traslación al paciente de todas las investigaciones que realizamos en el laboratorio: el objetivo es que los biomarcadores que detectamos para prevenir enfermedades, por ejemplo, puedan llegar a los ciudadanos a través de protocolos a la práctica clínica habitual. La segunda es la internacionalización: uno de los factores que han hecho posible el equilibrio entre los fondos públicos y los privados es que los recursos públicos de los institutos de investigación de España crecen a través de las convocatorias europeas. En este punto me gustaría aclarar que la investigación biomédica solo crecerá a través de la colaboración entre distintos centros y viviendo en un entorno europeo hay que pensar en ese ámbito. Lo importante es que tenemos buenos socios y queremos que sean más gracias a la labor, entre otros, de nuestro departamento de internacionalización que ayuda a nuestros investigadores a canalizar estas propuestas. Este departamento ha sido esencial en la captación, en tiempos recientes, de investigadores de prestigio que nos dan más fuerza a la hora de acceder a estos fondos de origen europeo. La tercera vía de entrada de fondos son los ensayos clínicos, esto es, que los proyectos de nuestros investigadores entren en el circuito del hospital y se ofrezcan alternativas a los pacientes para que combatan sus enfermedades a través de ensayos clínicos que con el tiempo culminen en fármacos.

El gerente del Imibic, en uno de los laboratorios del edificio de la entidad VALERIO MERINO

—¿Cuándo podrá ser autónomo el Instituto desde el punto de vista financiero?

—No hay ni siquiera estudios que den un horizonte. La verdad es que no hay ningún instituto de investigación en España que funcione de un modo totalmente autónomo, que no dependa en parte de financiación pública. La expectativa razonable, pues, es que cada vez se reduzca el coste público de funcionamiento de nuestra entidad en relación a lo que produce: lo que nosotros le costamos, por ejemplo, a las arcas públicas es menos de un millón de euros al año y manejamos un presupuesto de más de diez millones captado del ámbito privado; estamos hablando de que el peso del dinero público no llega al diez por ciento. Dicho de otra manera: por cada euro que pone la Administración generamos nueve de fondos privados. Pocos negocios dejan ese margen de capacidad de creación de recursos.

«A lo que nosotros nos dedicamos es a gestionar proyectos»

—El factor humano es esencial en el Imibic. ¿Cómo articulan sus recursos humanos?

—Muchas veces digo que a lo que nosotros nos dedicamos es a gestionar cerebros. De cada euros que se invierte en investigación, casi el sesenta por ciento va a personal, y además en profesionales que cuando llegan aquí ya han tenido que luchar mucho, y eso es siempre una garantía. A nosotros nos interesa también el talento local, el de Córdoba, y colaboramos con la Universidad. Tenemos firmados acuerdos con escuelas de formación profesional de la provincia, porque con somos un valor añadido para Córdoba y no podemos vivir de espaldas a ella. También nos ocupamos de que el talento de cordobeses que están fuera de España retorne aquí.

—El Instituto cumple ahora diez años. ¿Qué le gustaría que dijeran de él cuando cumpliera veinte?

—Que la carrera investigadora esté suficientemente reconocida y que los propios investigadores, no solo la sociedad cordobesa, sean conscientes del bien que hacen a la sociedad.

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