Veladores en la plaza del Potro
Veladores en la plaza del Potro - ARCHIVO
URBANISMO

¿Adiós a la «impunidad» de los veladores en Córdoba?

Al Zahara calcula que a las terrazas oficiales hay que sumarle un 50% de locales donde no hay licencia o se da para menos mesas

CÓRDOBA Actualizado: Guardar
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Un velador no puede estar a menos de medio metro del borde de una calle con tráfico ni a menos de metro y medio de una línea de fachada. Tampoco puede existir una terraza —antes llamada de verano— con elementos que no sean los básicos (una silla, una mesa, un parasol), en un lugar donde no se altere el tráfico normal y bajo una premisa básica: la vida de la ciudad tiene prioridad sobre el negocio particular. ¿A que es bonita la ordenanza municipal que regula la materia en Córdoba? El Ayuntamiento de la capital recauda anualmente un millón y medio de euros en veladores y el sector hostelero tiene unos enormes intereses. Tanto, que lo que era una excepción ahora es norma y todo el mundo tiene en la cabeza un negocio o varios que se han apropiado de una esquina o una plaza.

De lugares que en otro momento fueron diáfanos y que en estos momentos cuesta atravesar en un debate que tiene el doble filo del empleo y la actividad económica.

El pacto de veladores —firmado por Al Zahara, Hostecor, A Pata y Córdoba APTC— pretende poner unos límites autorregulados a lo que la entidad vecinal califica como «la impunidad». El acuerdo, explica el responsable de urbanismo de la federación, Juan Andrés de Gracia, ha dado la vuelta a la forma de proceder. «Hasta ahora, los negocios pedían y el Ayuntamiento daba y daba. En este caso, hemos optado por calcular qué parte de la ciudad tiene que quedar libre para un uso general y, posteriormente, qué se puede destinar temporalmente al uso privativo de la hostelería para que en Córdoba se pueda caminar o jugar», explica. «Todos somos vecinos, todo el mundo tiene un bar debajo de casa», explica el presidente de APTC, Alberto Rosales, quien asegura que los incumplimientos son «pocos» aunque la conciencia de que «algo había que hacer» ha formado parte de todos los que se han sentado en una mesa.

Corolario

Las reglas pueden parecer complejas pero se reducen en unos cuantos elementos que se fundamentan en un corolario: el Ayuntamiento tiene un amplio margen discrecional a la hora de dar, o denegar, el permiso de un velador. El documento propone que, en las calles, las terrazas sean de dos filas de mesas en proporción a la superficie del bar y su fachada. En espacios como las plazas (que es donde existe más presión), la ocupación general será del 20 por ciento aunque podrá subir hasta el 33 por ciento en casos donde existan verdaderos problemas para la convivencia de los negocios. Los firmantes han señalado una treintena de puntos en toda la ciudad donde se realizará, si no se ha hecho ya, una especie de diseño específico para dar cabida a todos los solicitantes. «Vamos a velar porque ninguno de los hosteleros pierda ventas y empleos», asegura Rosales, que explica una clave fundamental. Ya no se entiende un negocio de hostelería sin una terraza abierta unos ocho meses al año. El elemento de información, dice el empresario, es fundamental. El Consistorio, a su juicio, tiene que encauzar y orientar más que sancionar.

Existe un enorme problema de información sobre los veladores. En concreto, nadie sabe exactamente cuántas terrazas hay como consecuencia de que hay más presión que personal. De hecho, uno de las situaciones más complejas tienen que ver con que una cosa es el permiso que se da y otra la realidad. La casuística es doble: «por un lado, hay establecimientos que no tienen licencia de apertura y por tanto no se les puede conceder un permiso de velador y, en segunda instancia, hay quien tiene autorizado una superficie y ocupa una mucho mayor», explica Juan Andrés de Gracia.

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