Verso suelto

La TÍA

Cada tarde cambia de cara para ponerse de color rojo bermellón o ámbar aliviado, ya que el verde liberador no se ve desde el verano

Terrazas vacías durante la epidemia del coronavirus en Córdoba Álvaro Carmona
Luis Miranda

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Con tanta afición como tienen los políticos a las siglas no comprendo cómo nadie ha abreviado la letanía con que se cierran o abren municipios y se decide que las tiendas y bares echen la persiana. La Tasa de Incidencia Acumulada a catorce días podría ser, como aquella agencia de Mortadelo y Filemón , la TÍA , y más que una pariente hablaría de alguien que no para de fastidiar. Como una vecina que está con el medidor de decibelios por si alguien pone la música demasiado alta.

A esta TÍA que cada tarde cambia de cara para ponerse de color rojo bermellón o ámbar aliviado, ya que el verde liberador no se ve desde el verano, hay que conocerla. Córdoba capital acaba de caer por debajo de los 500 casos por cada 100.000 habitantes , y aunque muchos se líen con los números, para entenderlos no hay más que quitar ceros de arriba y abajo: quiere decir que en las últimas semanas se han contagiado del Covid cinco de cada mil cordobeses . Si se pasa de mil, como en tantos pueblos, ya es un uno por ciento. Pandemia tiene delante el prefijo griego «pan», que significa todo, y aludirá, parece, a que se ha extendido por el planeta.

En nombre de la TÍA se hacen toques de queda , los bares apenas sobreviven y los comercios cierran para siempre a fuerza no poder abrir casi nunca. Los demás parientes estadísticos se acumulan en las tablas y nadie quiere mirarlos. Desde que llegó el coronavirus se han contagiado 5 de cada 100 cordobeses , pero los que han muerto han sido también uno por mil. Los que han necesitado ingreso hospitalario son casi el 9 por ciento de los infectados (no de la población total) y los que han pasado por la UCI tampoco llegan al uno.

Los demás se habrán librado del positivo por las mascarillas , la distancia y la obligada abstinencia de normalidad, pero eso no ha servido para evitar que otros muchos se contagien. Todo hace pensar que la tasa, con lo que significa, dará un respiro para volver a subir cuando se relajen las normas, pero cuando por fin piensen que vacunar rápido es importante habrá que mirar otras versiones de la TÍA en el contagio de negocios que cierran, gente que va al paro y familias que naufragan, y contra eso no habrá toques de queda y las persianas echadas abajo serán irreversibles.

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