Víspera anhelante para la Paz

Con un dosel de madera barroca como telón de fondo. La imagen que se vive en la mañana de este sábado en la iglesia de la Merced es doblemente histórica. Lo es primero por estar allí María Santísima de la Paz y Esperanza, entronizada en su paso de palio a pocas horas de su salida extraordinaria, y lo es también por poderse disfrutar el reconstruido retablo del templo, a imagen y semejanza del que se quemó en 1978. Desde allí saldrá, en la reedición de una imagen histórica, en la culminación de su 75 aniversario.

La Virgen ha recibido en la mañana del sábado a sus devotos en la cabecera de la nave principal, en un conjunto marcado, como siempre, por el color blanco.

Con el manto y la saya estrenados en 2009 y el palio de 2012, todo ello en hilo de plata, y con la nueva corona que se le hizo poco después. A sus pies se ha dispuesto una fina combinación de flores donde prevalecen las rosas de pitiminí, blancas pero también rosas, únicas piezas que rompen con el color característico de la hermandad.

Hay también ipericum y jazmines de Magadagascar. En las esquinas se han dispuesto flores características de este tiempo de otoño y por lo tanto ausentes en Semana Santa por la estacionalidad de esta fragente flor. Son los nardos, muy asociados también a la Virgen María, que en la trasera se combinan con largas cascadas de orquídeas fanelosis.

Con su tradicional rama de olivo en las manos, símbolo de la Paz, la Paloma de Capuchinos espera el momento en que suene el llamador y salga a los Jardines de Colón, uno de sus lugares emblemáticos, que esta vez atravesará a plena luz del día. Lo hará más de medio siglo después de su última salida de la Merced y con destino a la Catedral, cuya puerta cruzará por primera vez bajo palio. A las seis de la tarde llegará para presidir una misa que oficiará el obispo de Bangassou, el cordobés Juan José Aguirre.